enero 28, 2007

Apuntes sobre referencialidad de la imagen y pensamiento poéticos para la comprensión de la poesía desde su operación imitativa.

Apuntes sobre referencialidad de la imagen y pensamiento poéticos
para la comprensión de la poesía desde su operación imitativa.
(Coomaraswamy, San Buenaventura – Heidegger)


David Villagrán R.

                       

I

 

Unir y separar, como fines de la operación sintética y analítica de acuerdo a sus métodos, también tienen su presencia en toda teorización acerca de la poesía. Intento comprender de este modo categorías puntuales fundamentadas por la epistemología filosófica, aplicadas a la poesía,  interpolando en la medida de lo posible, el axioma de la ciencia moderna según el cual la perspectiva metodológica hace el objeto.

La verdadera interrogante detrás de este trabajo será pues, cuán efectivos para asir la poesía como arte y creación por la palabra (acto originado sobre el lenguaje) resultan las explicaciones de lo poético a través del estudio de las especializaciones de su expresión, (ciencia literaria), o bien, mediante lo que ha parecido, en mayor o menor medida, como una perspectiva 'contraria': la teoría poética de acuerdo a la estética, siempre en dificultades ante el problema dar cuenta —desde la apreciación, o bien por el examen crítico incluso de poetas— de un concepto más o menos 'esencial' de la poesía o lo poético, que ensaye objeto y métodos necesarios para su entendimiento. En esta última perspectiva, en la cual se inscribe este trabajo, desde que tenemos por cierto únicamente la existencia de esta necesidad, junto a la otra necesidad, la de la poesía, se suceden distintas concepciones de un 'deber ser' poético, cuyo rango oscila entre lo subjetivo y una objetividad de la mejor de las voluntades.

De acuerdo a lo dicho, la estilística, como corriente conciliadora entre la ciencia literaria y la teoría estética, cobra un valor destacable más allá de las críticas puntuales acerca de su planteamiento [1]: aquel que pretende llegar al conocimiento íntimo de la obra poética por medio de las particularidades —idiomáticas y/o psíquicas— con las que cuenta su realización. Pues tiene el 'coraje' diremos, de presentar una descripción de las operaciones de la creación poética, planteando como su método la dialéctica de la intuición y el sentimiento, y como su objeto la consecución de una forma para la informidad de la experiencia. Me refiero al texto 'Sentimiento e intuición en poesía', de Amado Alonso [2].

He dicho método y objeto quizás yendo más lejos que el propio Alonso, pues está siempre presente el riesgo de entender, a partir de las descripciones o explicaciones, e incluso las apreciaciones estéticas, que dichos planteamientos podrían estar presentándonos fórmulas cuando la intención está puesta en las formulaciones de la obra poética. En este sentido, los límites metodológicos aparecen en la realización del acto que intentan explicar, y por más empíricos que se pretendan, nunca lo serán en la medida de la experiencia misma. El argumento se apoya en Valery, para quién la incertidumbre acerca de la elucidación del objeto de la poesía y sus métodos, resulta venturosa para la producción poética misma. [3]

Sin embargo, creemos que la necesidad de la teoría es paralela a la necesidad de la poesía, y si la primera probablemente nunca sea suplida por completo, como en cierta medida, —la de la crítica para la poesía misma—, valido será intentar una explicación que busque unir ambas necesidades transversalmente y que al menos trate de considerarlas de acuerdo a su punto de semejanza: el entendimiento de la experiencia humana, aquí desde la perspectiva del lenguaje y el pensamiento poéticos.

 

II

 

El problema de la referencialidad de la imagen poética toma su base desde la referencialidad del lenguaje mismo, siendo la relación a tratar en este apartado la de Palabra e Imagen [4], o entre la representación de la realidad vía 'lengua' y vía 'arte'.

El punto de partida es Saussure, y las categorías que nos guiarán al tratamiento de los elementos planteados son Concepto e Imagen verbal o acústica.

Para Saussure la palabra sólo se entiende a partir del estudio de la lengua (uno de los tantos hechos del lenguaje), como parte del signo lingüístico, elemento bifronte, convencional y de naturaleza psíquica. Pues la palabra, o imagen verbal, no se confunde con el sonido y es tan legítimamente psíquica como el concepto que le está asociado. Y así como no se confunde con el sonido, tampoco lo hace con la 'cosa' o 'realidad' que evoca, habiendo entre ambos elementos una relación inmotivada, y cuya arbitrariedad no recae en el individuo sino en la convención social [5].

La palabra es una imagen verbal a la cual puede denominarse 'sensorial' en oposición al concepto 'abstracto', y de acuerdo a Saussure, la idea que porta como parte sensorial implica la del conjunto del signo, por lo que es posible decir 'palabra' queriendo decir 'signo', que es la forma que legitíma el tratamiento de una relación Palabra e Imagen.

Ahora, dicha relación si tomamos 'palabra' no desde su concepción como 'significante', sino a partir del 'algo' de lo cual resulta significante, y la entendemos en el marco de la poesía como su más amplio término, creación verbal, 'palabra' e 'imagen' se adecuarían de acuerdo a su referente o 'significado', al objeto de su evocación, y podríamos expresarlo en el metalenguaje de este trabajo, en la secuencia: palabra es imagen, o mediante una sentencia como "las palabras nunca expresan excepto por medio de una semejanza" (Cf. San Buenaventura 'El lenguaje nunca expresa excepto por medio de una semejanza' [6]).

Siguiendo el punto, entre lo que la lengua nos entrega de facto tenemos palabras que 'son' imágenes, y palabras que no lo 'son', frente a lo cual responderemos gramáticamente, las palabras que 'son' imágenes conforman la parte sustantiva de la lengua, y su uso en poesía, uso expresivo, adquiere vital importancia.

La poesía se diferenciaría de la lengua, de la cual se sirve, por la referencialidad de sus palabras o signos, si entendemos que ésta tiene al menos dos niveles: un nivel indicativo, adecuado a las funciones de la comunicación, y un nivel expresivo que pone énfasis no en la 'cosa' a la cual indica, señala, o evoca, sino sobre las posibilidades de referencialidad que las mismas 'cosas' indicadas o señaladas implican. [7]

De acuerdo a estos términos, que nada nuevo ofrecen al panorama de la teoría sobre la poesía, arte que a la vez sirve a la lengua y la expresión, estamos en el primer paso hacia el entendimiento del acto poético desde la operación imitativa o mimética que le es particular.

 

III

 

Porque las palabras están hechas para mostrar lo que no se sabe.

Dante. Convivio. I. 2, 7. [8]

 

Para atenernos a los lineamientos de la representación poética, nos guiaremos por A. K. Coomaraswamy [9], quién formula entre otras consideraciones que excederían este trabajo [10], la operación de imitación en poesía.

En las artes [11], la imitación es entendida como acto de imaginación, en ella necesitamos entender dos conceptos fundamentales: a) paradigma, la idea o 'forma esencial', el modelo inteligible presentado en la mente del artista —'artifex', quien 'opera por arte'—, y  b) imagen, la 'forma imitable' del paradigma, que es como entenderemos el concepto 'imagen' a partir de este momento. Ambos elementos tienen como condición ser de naturaleza mental, inteligible, psíquica si se quiere aunque con reservas psicológicas, asemejándose en esto al concepto y la imagen acústica Saussureanas, y por locus al fenómeno comunicativo de la lengua.

Se plantea inmediatamente una distinción de dos tipos de imitación de acuerdo a su paradigma o 'modelo' donde: a) Modelo foráneo, es la naturaleza como entorno o 'realidad material', operando la imitación por observación, —y juzgada de acuerdo a la verosimilitud—, y b) Modelo interior, es el paradigma[12] .

Frente al primer modelo, siguiendo a Coomaraswamy, se han expresado dos reparos que es necesario al menos mencionar, en primer lugar, el que nos dice que la expulsión de los poetas de la república platónica es porque ellos imitaban lo vergonzoso, copiaban indiscriminadamente caracteres psicológicos y acciones reales materialmente [13], y en segundo lugar el que reconviene Dante a los hombres guiados por los sentidos, en privilegio de la razón: "Estos tales no conocen las cosas sino simplemente por fuera […] De aquí que luego ven cuanto pueden y juzgan según lo que han visto" [14] Esto nos anticipa la idea de que si estamos hablando de imitación, la experiencia esta vinculada fuertemente a la transformación de lo sensible.

Pero antes de poner en su lugar a estas afirmaciones que son externas y tangenciales al procedimiento mismo de la imitación, revisaremos el criterio mediante el cual, la imitación es considerada como tal. En primer lugar, es necesaria "una proporción, una verdadera analogía, o una adecuación" [15] para que la imagen ya impresa en su material, (mediante las palabras de la lengua, en poesía), es decir, ya imitada, evoque a su paradigma. Pues la obra de arte o representación, y su referente son dos cosas diferentes, siendo la semejanza entre ellas su cualidad común.

Las categorías en que puede presentarse la semejanza, son tomadas por Coomaraswamy, de San Buenaventura y su obra 'De la reducción del arte a la teología", y aplicadas a la imitación artística son dos [16]: 1) Semejanza imitativa o analógica, 'mutatis mutandis', es juzgada en razón de adecuación y en comparación con su paradigma; y 2) Semejanza expresiva: sólo sometida a examen en razón de su exactitud, en relación con la representación sensible terminada, es decir, acabada la imitación [17].

Si bien, se entiende a partir de esta revisión, que el arte se verifica por lo tanto, en los medios de operación que permiten al artista transformar su material en una representación adecuada a su modelo, es necesario comprobar cómo se realiza en poesía, o en el arte verbal que entendemos por poesía hoy, y sobre todo, teniendo por encabezado esa frase de Dante que aún nos desconcierta. Comencemos a dirigirnos a la meta de este apartado.

 

"En un análisis de significado —nos dice Coomaraswamy [18]— debemos distinguir entre la significación literal y categórica, o histórica de las palabras, y el significado que es inherente a sus referentes primarios", los cuales, ya especificamos que no serían las 'cosas', sino lo que estas implican. Pues bien, esta implicación de la referencia se basa en la consideración de las palabras como símbolos, pero no siempre, sino cuando sea pertinente. En esto seguiremos a Saussure, quien nos dice que el símbolo, se utiliza para designar al signo lingüístico o más precisamente a su parte significante, y que éste como tal tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario, pues en el hay un rudimento de vínculo natural entre el significante y el significado. [19]

La importancia entonces, del símbolo, se sigue en cuanto es considerado por Coomaraswamy en literatura —y para nosotros, en poesía—, como la representación adecuada de su paradigma, es decir, como la expresión de una analogía mediante la palabra [20]. De esta forma la palabra poética, como imagen, es a la vez figura de lenguaje y figura de pensamiento, condensando mayor referencialidad, en cuanto sugiere materialmente la idea abstracta que está imitando, y que compone el paradigma. Estamos entrando al terreno de una mimesis de naturaleza invisible [21], o 'indirecta' similar en generalidad, al modo en que la ha tratado Michael Riffatere en su estudio 'Semiotics of Poetry', y que también, nos aventuramos a decir, el mismo Dante postula en los preliminares a la hermenéutica de sus canciones (tanto en 'La Vida Nueva', como en el 'Convivio), de acuerdo a los dos primeros sistemas de lectura que propone: a) literal: "aquel que no va más allá de la letra propia de la narración adecuada a la cosa de que se trata", y b) alegórico, "aquel que se esconde bajo el manto de estas fábulas, y es una verdad escondida bajo bella mentira". Esto es, una referencialidad que se sirve del signo lingüístico de acuerdo a la evocación propia de la lengua, y una referencialidad que se ordena teniendo como índice los ejes de una resistematización de los signos en función de la representación de un paradigma. [22]

Retomando a Saussure, el vínculo entre significante y significado es natural, rudimentariamente o más bien, primigeniamente, de acuerdo a la naturaleza del pensamiento analógico, pues exige una mentación para una real comprensión, es decir, una participación del símbolo a través de la experiencia, mientras que para el entendimiento del símbolo, sólo se necesitaría conocer las convenciones que le otorgan la categoría de símbolo llegando así a una idea general de lo que representa o imita. [23]

Para finalizar nos pondremos el desafío de identificar en un texto poético de forma mínima, como lo es en tres versos el haikú, la operación mimetica:

 

Ahora levanto

 muerta una mariposa

sin maquillaje [24]

           

            Propongo que la imitación funciona por analogía como símbolo, siendo la representación del paradigma abstracto de una idea central del pensamiento gnóstico, —la necesidad de la muerte del cuerpo para la vida plena del alma—, la cual exige por modelo imitable a toda cosa que refiera a la existencia en el contraste entre la belleza efímera, y la esencia. En este sentido, la imitación es adecuada, pues, muerta, la mariposa es levantada, o rectificada para aparecer, ya no evocada por su primera referencialidad, sino por la fuga de la figura evocada por la palabra, entendida como 'maquillaje'. Lo que queda es la 'esencia' pura, precisamente lo que es  reconocido como mariposa,  operando finalmente la pregunta ¿Si no 'es' la mariposa, sin maquillaje, qué se ha levantado? De acuerdo con esto, el poema operaría como figura de lenguaje a la vez que como figura de pensamiento, representando una idea abstracta (algo invisible) mediante la imitación. En este sentido la cita del encabezado.

            Sin embargo, surgen al menos tres preguntas de vital importancia: 1) ¿Cuál es la relevancia de la experiencia sensible y el sentimiento?, pues hay muchos poemas en los cuales parece no operarse de acuerdo al 'esencialismo' que propugna el planteamiento revisado.; y 2) ¿De qué manera podría defenderse esta formulación, no la interpretación del poema presentada anteriormente, sino la imitación 'iconográfica' que operaría en la obra poética, frente a los numerosos procedimientos de un poema extenso, por ejemplo?.

           

           

IV

 

Pues los versos no son, como creen algunos, sentimientos […] son experiencias. [25]

Rilke. Cuadernos de Malte Laurids Bridge.

 

No era motivo para considerar que los poemas, requiriendo 'una total autonomía', como se piensa actualmente, fallaban o eran menos válidos si el autor se daba en presentar explicaciones sobre ellos, cuando no una larga interpretación que como glosa terminaba por conformar textos cuási-independientes. Tales cosas eran muy comunes, sobre todo en poetas 'antiguos', como Dante, San Juan de la Cruz o Ibn Arabi (los dos últimos, muy lejos de ser sólo poetas), y que cabrían en el apelativo de 'Marbiblicósmicos' —como cuenta Amado Alonso que llamaba Juan Ramón Jiménez a los poetas que buscaban sentido ya no a una 'realidad episódica', sino del mundo y la vida en su totalidad, embarcándose en 'ontologías' y 'metafísicas'— [26]

Digo esto pues parece que la formulación de Coomaraswamy parece calzar a la medida con la poesía que emprende tal aventura, en desmedro precisamente, de la poesía que forma el poema a partir de intuiciones entregadas por la contemplación del sentimiento, o la reacción en el hombre causada por la experiencia.

El problema entonces nos lleva a buscar el lugar del sentimiento y la experiencia en poesía, partiendo desde la interrogante, muy precisa, que esgrime Alonso "¿Se angustiará el poeta porque ve la desintegración incesante de cada entidad, o verá el perpetuo morirse de todo porque su angustia radical le impele a no ver otra cosa?" [27] Problema de la causalidad de la experiencia, que es también el problema de la perspectiva teórica sobre su objeto de estudio, en tanto nos encontramos del lado en que la visión no crea, pero figura el objeto que ve, al modo en que uno ve figuras en las nubes.

Me encuentro entonces en árido terreno, el de la epistemología, que por mi formación no manejo más que en unas cuantas ideas con las que me he topado en lecturas e investigaciones, pero sólo una tengo presente, y reza: 'el conocedor conoce en cuando se asemeja a su objeto de conocimiento'. Axioma y punto de partida de la vía espiritual. Pero esto es distinto, ¿Cuán distinto y en qué medida?

 

La experiencia entendida como realidad episódica, nos sitúa en el problema de la temporalidad, y nos hace acudir a las reflexiones de Heidegger vinculadas con la poesía, en relación con su concepto de fundamento.

Este es el punto de partida: "La temporalidad nos escinde del origen y nos entrega al devenir que nos arriesga en forma de destino. Con todo, el mismo hombre que así se siente desgarrado por el tiempo es el que también experimenta la necesidad de superar las separaciones." [28] Pues lo propiamente humano aparece como tener "el ansia de cubrir el abismo que esta distensión [temporalidad] abre y el afán de reconciliarse con aquel principio que lo excede [origen]" [29]

El hilo capaz de unir, por un lado el origen y la memoria, como testamento humano, y por el otro el destino y la esperanza, es el fundamento. Y el poeta, es quién lo trae a la existencia, pues mediante la palabra poética funda lo permanente, deteniendo la corriente de la temporalidad a través de la obtención de la medida, la simplicidad y el hacer público desde lo primigenio, el Ser escondido en lo Ente. De esta manera "Ser y esencia son libremente creados, puestos y regalados. [y] A esta acción de libérrimo regalo se llama fundación." [30]

¿Pero cómo es aquella palabra y cómo es traída, de dónde? La palabra es poética, diremos que, como arte, obra por poesía. Y nos responde lo demás la siguiente cita: "De aquí que la poesía no tome jamás al lenguaje cual si fuera material que esta ahí para que se lo trabaje; es, por el contrario, la Poesía misma, la que, por sí misma, hace heredero el lenguaje" A lo que seguimos de acuerdo al mismo texto, con que el acto de poner nuestra verdadera realidad sobre su basamento es poético. El poeta nombra, pero no cual 'nomenclador', sino precisamente mediante la evocación buscada en la expresión, en la expresividad de la imitación, y lo que actualiza mediante su realización es "lo más profundo, y en consecuencia, lo menos aparente" [31], en un soporte sensible transformado por arte.

De esta manera, el Fundamento acude en la 'contemplación de la experiencia' [32], y en la búsqueda de un soporte transhistórico para la realidad episódica. Pues Heidegger, al postular que el poeta funda la existencia, está diciendo, que la historia es levantada en la plataforma de la intrahistoria, de acuerdo a la capacidad de expresar el sentido de lo humano en su más amplio y profundo espectro, y al acto de expresarlo o hacerlo público como un libérrimo regalo. Es así como la importancia de la experiencia radica entonces, fenomenológicamente en su rango de transubjetividad.

El lugar del sentimiento, de esta manera, sea hace inherente y propio de la efectividad de la 'pericia expresiva', representada por la sabiduría en la hechura, en la acción y en el acto de contemplación de la experiencia misma [33].

Volviendo a la estilística, nos aventuramos a decir que la 'medida' con la cual la perspectiva del conocedor figura la realidad por conocer, es encontrada no en la percepción, sino en el diálogo intuición-sentimiento que la sitúa o reconoce como causa del acto formante, constituyendo el punto de partida de la relación entre fundamento y lo fundado.

En este sentido, la perspectiva ontológica de Heidegger, es análoga a la de San Buenaventura, en cuanto para este último, el fundamento de la verdad del ser, son las 'ideas ejemplares' o 'razones eternas', relacionando de esta manera metafísica y epistemología.

"El pensamiento bonaventuriano ofrece una ontología del significado y una ontología de la expresión en cuanto interpreta al mundo como lenguaje y en clave simbólica y referencial, pues junto a la metafísica de la sustancia y del accidente, del acto y de la potencia, de la materia y de la forma, está también la metafísica del signo." La experiencia sería por lo tanto hermenéutica, en cuanto la existencia es comprendida como "una sintaxis óntica en donde campea la semejanza, la unión y la relación", y donde "la estructura ontológica del ser connota tres elementos fundamentales: originación o ser recibido, intimidad o ser en sí mismo, y comunicación o estar en comunión con" [34] Tres últimas nociones que remitimos a las ideas de fundamento, contemplación de la experiencia, y expresión imitativa.

 

Conceptos como la búsqueda y la experiencia del fundamento están siendo planteados como un 'deber ser' de acuerdo al planteamiento general de este trabajo, y el intento de unir, o asir la poesía como objeto de estudio podría resultar a simple vista, integrista y sesgado, pues al acto de conectar al fundamento con lo humano fácilmente se asemeja a un acto religante. Nos excusamos, diciendo que errores más grandes se han cometido, como por ejemplo, concebir al acto poético mismo o a la poesía, como una especie de fundamento o religión. Sin embargo, de acuerdo a la perspectiva planteada, la poesía tiene su lugar en la operación de lograr la comunidad de la experiencia mediante la imitación de lo que excede al hombre a partir de la transformación de lo que lo distiende.

Se sigue de este 'deber ser' poético planteado, la pregunta ¿deja de ser poesía lo que no logra ni tiende a esta meta? Creo que la respuesta es no, pues la creación tiene un dinamismo en el artista de acuerdo a su experiencia como hombre y en la medida que aprehende y aprende mediante los amplios registros de la existencia, inmediatos y mediatos, un sentido diacrónico y sincrónico a su existencia. Esta sería la transversalidad de la necesidad, para la acción y para el acto poético.

El encabezado de Rilke, tiene entonces en este punto una segunda parte, y ésta la conforman unos versos, donde podemos comprobar la síntesis de sentimiento, experiencia y creación:

 

Gloria al Espíritu, que nos puede unir;

Pues vivimos verdaderamente en figuras.

Y con pequeños pasos van los relojes

Junto a nuestro día verdadero. [35]

 

 

V

 

Corresponde ahora intentar dar una respuesta a la segunda interrogante planteada. ¿Cómo verificar el procedimiento de imitación, siguiendo los lineamientos propuestos, en un poema de mayor extensión que el haikú? Pues la elección del poema al final del segundo apartado ha sido apropiada de acuerdo a la extensión, pero también a su forma. Es la forma propia del arte japonés, caracterizado por la búsqueda de exactitud, y expresión, en la condensación de una lacónica impresión, haciendo semejante el uso de la tinta que delinea una figura mediante el dibujo, o la escritura poética. Forma no sólo adecuada, sino en relación de causalidad, me aventuro a decir, de acuerdo a su mentalidad, representada por ejemplo en el uso de la voz 'kokoro', para señalar tanto al corazón como a la mente, uniendo en un solo concepto, sensación, sentimiento, e idea. [36]

Para dar curso a nuestra respuesta retomaremos a Coomaraswamy de acuerdo a lo propuesto en su articulo 'Ornamento' [37]. El vocablo ornamento alude de acuerdo a su uso, primeramente a decoración y adorno, y por esta razón se une al concepto de belleza. Coomaraswamy considera a todo ornamento, o adorno factor integral de la belleza de la obra, pero sólo de acuerdo a la necesidad de hacer de ella  el atractor principal de su eficacia [38].

De esta forma 'ornamento', es el conjunto de accidentes necesarios con miras a una operación apropiada, de la misma manera que, por ejemplo, una espada, es un ornamento para quién se encuentra en una batalla, o la erudición para la mente. Siguiendo el punto, ornamento, se entiende como representación de un 'atributo', y entonces como 'equipamiento' [39].

La participación del ornamento en la obra, es entonces, vincular; forma y significación, función y significado; Como contraparte natural de la imitación —de un pensamiento y por lo tanto abstracción—, su función es adjetival y para la realización expresiva, en tanto que "nada que carezca de adjetivo podría tener condición de individual" [40]. Es el estilo de la expresión, quien otorga la condición de realización particular, o autorial a la obra, en su dimensión de imitación expresiva, o actualización de un paradigma.

En poesía, la estilística mucho nos puede aportar al aterrizaje de estas categorías, en cuanto se ocupa del cómo, o la formas particulares de la expresión autorial; tanto en el estudio del uso idiomático en la creación poética, como en el de los procedimientos técnicos o psíquicos del poeta. También los estudios de Roman Jakobson, mediante la verificación de estas operaciones sobre el lenguaje como rasgos lingüísticos que indican equivalencias y paralelismos. [41]Asimismo la proposición de una dialéctica metáfora-metonimia —como principales figuras de los ejes sintagmático y paradigmático, respectivamente [42]— junto al estudio de la métrica desde el análisis de los paralelismos fonológicos en secuencias poéticas. [43]

 

De acuerdo a lo planteado formularemos muy a grosso modo, y por lo mismo casi con una precisión de rango meramente estimativo, cómo opera la creación poética teniendo como objetivo la imitación expresiva del paradigma.

La primera idea será, que los paradigmas pueden ser entendidos como motivos presentes transversalmente en la poesía, y sus modelos imitables, no propiamente como modelos de representación, sino como formas figuradas de acuerdo a sus posibilidades de imitación.

Así, tendríamos que reconocer en las formulaciones míticas, y más antiguas, el anuncio de las temáticas de la poesía en tanto motivos transversales y generales [44] como por ejemplo, el viaje, presente desde tiempos inmemoriales en distintas posibilidades de imitación, como el exilio, el descenso a los infiernos, y un largo etcétera, de acuerdo a un paradigma esencial como es la idea de la muerte. Desde esta perspectiva, el paradigma se pone en punto de fuga y cristalización en todo el rango de su amplitud, significando el viaje, por ejemplo, una transformación del estado del ser en la vía del expedicionario hasta encuentro o re-encuentro de su morada —exilio—, o como redención a través del conocimiento de los estados inferiores del ser, ya sea mediante el sacrificio o la tarea heroica del rectificador —descenso a los infiernos—. Esto es sin duda, muy difícil, sino imposible de sistematizar, y cumplo con entregar un atisbo que pueda dar al menos una idea acerca de lo que me refiero.

La segunda idea será, que la imitación expresiva o creación del poema, intenta cristalizar en mayor medida el mismo punto de fuga, a partir de la figura concebida en la mente del poeta, en la cual ya operan las determinantes históricas de su experiencia, desde la mentalidad que es plataforma para su contemplación. Sólo así la imitación cuenta con un gran aporte de su entorno natural, que constituye la primera limitación —como encausamiento— hacia la representación. [45]

El peso de las obras antiguas, se muestra en cuanto tras ellas operaba una mentalidad más ligada a lo primigenio, lo que les permitía a los poetas encausar, según la extensión de su plan de obra, distintos modelos imitables de un mismo paradigma (a este respecto pienso en la Odisea, por ejemplo, que reúne de acuerdo a lo planteado distintos modulaciones del viaje) o posiblemente, según la profundidad alcanzada, una amplitud tal en cuanto a modulación que pueda pensarse que incluye a otras obras  (como por ejemplo, el Mahabharata, que incluye el Baghavad Gita). Esto indudablemente presenta enormes problemas hermenéuticos o interpretativos, como el de las interpolaciones y extrapolaciones, más allá de la intertextualidad o el asunto de las fuentes.

También, en estas obras, el nivel mimético del que se servía no presentaba difícultades insalvables para su colectividad, en cuanto dicha mentalidad se compartía al menos según un rasgo. En este sentido el problema de la objetividad de la obra se resolvía positivamente, según nos cuenta Seferis: "La objetividad del arte no depende sólo del artista; depende también de su auditorio. Mientras más datos sentimentales tenga, más extensa será su objetividad. […] En aquella época [de la tragedia griega], entre el poeta y su auditorio había un acuerdo sentimental tácito, y éste era la fe en la mitología. Era como un instrumento maravilloso con las cuerdas afinadas, listo para ser tocado por el poeta. Cada nota de ese instrumento era determinada, objetiva." [46] Fragmento que bien se enmarca de acuerdo a lo propuesto, según las implicancias de la relación o proceso que media entre sentimiento y experiencia, e intuición.

Ahora, la composición, será explicada de acuerdo a lo que se entiende como desarrollo expresivo de la imitación, donde el modelo imitable es el índice organizador.

La tercera idea será entonces, que acorde a las potencias expresivas del poeta sobre la lengua, éste hará uso del estilo en función del modelo, ornándolo, es decir, dotándolo de sus accidentes necesarios. Transversalmente las vestiduras en forma de figuras de lenguaje, representaran a atributos en figuras de pensamiento, respecto al espectro limitado de posibilidades inherentes al modelo y en función de la amplitud de su presencia en el poema.

Para este proceso, existen formas con sus medios de operación verificados que encausan la operación expresiva, acordes tanto al sentimiento como tonalidad y al pensamiento como ornante de acuerdo al índice. Son las formas 'tradicionales', que constituyen un acervo poético trans-histórico, pese a tener vinculación de origen con alguna comunidad y/o mentalidad. En este sentido, me refiero a las formas 'tonales' como la elegía, la canción, el loor, el panegírico, etc; y las formas ornantes como el soneto, la líra, etc. La presencia de la métrica siempre se vincula a ese origen y a la mentalidad de la comunidad originante, primigenia, y se basa en la consideración del ritmo: categoría problemática para cualquier formulación sobre poesía, pues trasciende el hecho poético al relacionarse con el ritual, la revelación, y otras categorías de un mundo sacralizado. Por lo mismo justifico la clasificación de estas formas -tonal y ornante- en su apego a los lineamientos que conducen este apartado. En lo que creo tener más probabilidades de no errar por completo, es en que estas formas constituyen un acervo poético universal, donde hay muchos casos de adaptación, traslado, o recuperación llevados a cabo por poetas de distintos lugares. Lo mismo para las formas populares y/o propias del folklore en nuestra contemporaneidad.

 Bueno, el poeta elige si hacer uso o no de estas formas, o intentará concebir con el intelecto una nueva y adecuada para su obra. La dificultad ahora es incierta y viene de las dos opciones, de esta manera: para el poeta actual dichas formas llaman a un aprendizaje técnico que podría tomar años, y al mismo tiempo, concebir una forma 'propia' implica el conocimiento pleno de las facultades del arte propio, es decir, de los medios y operaciones estilísticas o realizaciones expresivas, que se tienen en mente antes del acto mismo.

El dilema es muy claro, pues las formas referidas, presentan un esquema que para el idioma del poeta, —haciendo la salvedad, de la adaptación, o el traslado implican— le aseguran un esquema donde representar su modelo (haciendo uso de su estilo, y del conocimiento que tenga del mismo), o al menos le presentan un espacio inteligible definido para el cual realizará las secuencias. Lo mismo en cuanto a la tonalidad, que conduce el desarrollo expresivo en el rango del sentimiento, asegurando al menos la inteligibilidad de lo que se ha llamado 'temple'.

Pues bien, como se ha podido inferir a este punto, la tercera idea intenta vincular la operación ornamental a la construcción de equivalencias, paralelismos, etc, como rasgos estilísticos a partir de los cuales se da el contrapunto entre las figuras de lenguaje y las de pensamiento, teniendo como motivo el modelo.

La base de esta vinculación está dada por la consideración de las equivalencias como conductoras para la configuración ornamental de las secuencias, que son los versos, en cuanto la operación imitativa transversalmente se funda en la semejanza. De esta forma sólo es posible entender desde una equivalencia, a elementos subordinados a un mismo índice y funcionando de forma adjetival, pero no por eso carentes de una significación propia sólo en relación al modelo, determinándolo 'atributivamente'.

 

VI

 

Coomaraswamy plantea que el artista es el primer crítico de su obra, siendo la crítica más importante aquella que lleva a examen su terminación, o acabamiento [47]. En el poema, básicamente esto tiene relación con lo que se llama 'ripios', y esta misma denominación tiene un significado que refiere a la operación constructiva que es el obrar. Ripio es material en bruto, sin forma o aún no transformado, y si destaca mediante la 'visita' o la 'audición' es porque en mayor o menor medida esta presente, pues funciona a nivel expresivo, superficial. Su reconocimiento sólo tiene validez en cuanto quien ha visto u oído —entre ellos el propio poeta o artista— es capaz de saber que se ha debido formar con el, y entonces la obra misma exige la continuación de su proceso.

Al mencionar dicho problema, pienso también en este mismo trabajo, pues la teoría, como re-sistematización de un lenguaje, al igual que la poesía tiene sus medios de operación. El trabajo argumentativo y acorde a la inteligencia, lineal, exige que la secuencia formule las equivalencias de manera adecuada al tema o problema elegido, y si se somete a juicio, este tendrá en miras a la claridad, más que a la exactitud, al no operar por imitación su desarrollo, sino específicamente en el nivel de la comunicación teorética cuyo fin es el entendimiento.

Ateniéndome a estas consideraciones, tengo la certeza de que este escrito de ninguna manera está acabado, y sólo funciona como acercamiento preliminar a un modo de entender la poesía que no es mío propio, sino que ha sido interpretado a partir de la perspectiva de estudios de alcances muy disímiles y en relación con distintos aspectos de la poesía. Por esta misma razón, el trabajo de encausar estas perspectivas en una formulación de la creación poética, a través de un estudio de la referencialidad y el pensamiento poético, resulta complejo posiblemente abarcando mucho y aun profundizando con rigurosidad muy poco.

Además, la idea que funciona por debajo de los temas puntuales aquí tratado, es la consideración de la poesía, y del arte, como modo de conocimiento, cuyo estudio representaría probablemente, la labor de una vida, exigiendo el manejo de categorías que exceden a las literarias y se asientan en el campo de la cognición. Ante lo que debo decir, que en todo este trabajo no hay más que lineamientos propuestos en la medida de mis conocimientos, que son tan limitados, como acordes a mi formación académica y personal. Por lo mismo, creo que lo que constituye este documento al fin, no es sino una humilde re-señalización de la existencia de tal idea en los autores tratados.

 

Para concluir, una última consideración acerca de tal idea, nos dice que la poesía como labor de aprendizaje, mediante la cual el hombre aprehende lo que lo excede, surge de la consideración medieval del arte como vía espiritual y vocación de labor, que habría que estudiar aún sabiendo que su 'trasfondo' histórico ha cambiado del mismo modo que la mentalidad que sostenía. Un punto importante, central de acuerdo a la perspectiva de este trabajo, toma la forma de comprender al mundo moderno, desde lo que se ha llamado 'desacralizacion del mundo' o simplemente la ausencia de dios (en términos generales y según la etiqueta), y no sólo del dios cristiano, sino todos, cosa que han indicado no pocos poetas, de entre los cuales cito:

"Entre tanto, ¿qué pudiera hacer o decir?—No lo sé" [48] (Hölderlin), y asimismo Rilke exclamaría después: "¡Ah! ¿A Quién recurrir? Ni a los ángeles, ni a los hombres" [49]

Sin embargo, la idea del fundamento de la existencia humana, que reemplaza a los dioses de forma abstracta e impersonal —pues así es la pura idea de un dios, mas no es efectiva para la experiencia sin una imagen y un ornamento que lo haga reconocible transformando su naturaleza—, parece indicarnos que un rango de experiencia ha quedado vacante para la historia, y no cualquiera. Más creo que no corresponde en la actualidad, al poeta, oficiar sacerdocio de una idea de dios  —pues no existe sacerdocio alguno que sea de una idea— o de cualquier otra, sino que sería más adecuado que pusiera en acción "el ansia de penetrar en el sentido de la realidad" (Alonso) o "el ansia de cubrir el abismo que esta distensión abre y el afán de reconciliarse con aquel principio que lo excede" (Delfor Mandrioni), percibiendo la carencia  o no, desde el sentimiento. Pues es muy posible que los rasgos más esenciales de nuestra humanidad no sean más que las figuraciones de la experiencia en aquel vacío, pero en función de la esperanza, la memoria y la voluntad de protegernos, y cuidarnos colectivamente. En este sentido, toda poesía nos entrega, de acuerdo a su rango de experiencia y capacidad de intuición, o contemplación, —considerando su dinamismo, y el del largo camino a la maestría por parte del 'oficio' o técnica— representaciones de principios esencialmente humanos.

 

Notas



[1] Por ejemplo, a la importante consideración de la palabra hablada y sus dos aspectos principales: significación y expresión, unidos en la intencionalidad de la voz sobre el signo. "La palabra o la frase son signos de esas realidades [referidas]. Pero además de significar una realidad, esa frase en boca humana da a entender o sugiere otras cosas, […] De esa viva realidad psíquica la frase es indicio, no signo; la expresa, no la significa". Amado Alonso, en 'Materia y Forma en Poesía', Carta a Alfonso Reyes sobre la Estilística.  p. 95. Esto en consideración del post-estructuralismo filosófico.

[2] Op, Cit. Pp. 11-20.

[3] Cf. 'Teoría poética y estética', 'Introducción al conocimiento de la diosa' p. 12.

[4] Entenderemos 'Imagen' de acuerdo al diccionario, es decir, de forma cercana al uso común: (lat. Imago. Representación de alguna 'cosa' en pintura, escultura, dibujo, fotografía, etc. // Representación de la divinidad, de santos, etc. // Representación de los objetos en la mente (Sinónimo: Idea) //  Semejanza: Dios creo al hombre a su imagen. // Símbolo, figura: la caza es la imagen de la guerra.  En 'Pequeño Larousse Ilustrado 1989-90'.

[5] En este sentido la siguiente cita: "Así, la idea de sur no está ligada por relación alguna interior con la secuencia de sonidos s-u-r que le sirve de significante." 'Curso de Lingüística General', 'Capitulo I. Naturaleza del signo lingüístico" p. 90.

[6] Coomaraswamy. Op. Cit. 'El Simbolismo Literario' p.110

[7] De acuerdo a Jakobson, "La primacía de la función poética sobre la función referencial, no elimina la referencia [del signo], pero la hace ambigua". En 'Ensayos de Lingüística General', 'Lingüística y Poética'  p. 382. Esta ambigüedad radica en estas posibilidades de referencialidad de lo referido por la lengua, por medio de las cuales el poeta opera la intencionalidad sobre el signo mismo, siendo esta, el índice organizador de la poesía.

[8] "le parole sono fatte per mostrare quello che non si sa" Dante, 'Convivio', 'Trattato Primo', 2, 7. En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999, Traducción de C. Rivas Cherif. Vínculo: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01482630767812605218813/index.htm

[9] Artículos: 'Imitación, expresión y participación'; y 'El Simbolismo Literario'. En "Figuras de Lenguaje o Figuras de Pensamiento, Ensayos sobre la visión tradicional o 'normal' del arte"

[10] Menciono dos,  las más transversales al concepto de imitación que propone: a) Idea de una teoría retórica e iconográfica del arte (que sería la visión tradicional o normal), en oposición a la teoría moderna o estética, y b) Imitación como principio fundamental de todas las artes.

[11] Según Coomaraswamy, siguiendo a Platón (El Banquete 205C) "Las producciones de todas las artes son tipos de poesía, y sus artesanos son todos poetas" 'Demiurgo', es traducido como artista. Op. Cit. '¿Figuras de lenguaje o Figuras de Pensamiento?' p. 8

[12] Cf. Coomaraswamy. Op. Cit, p.17.

[13] Cf. Coomaraswamy. Op. Cit  ¿Figuras de lenguaje o Figuras de Pensamiento?' p.16 "Es precisamente a esos poetas u otros artista que imitan todo y que no se avergüenzan de representar o incluso 'idealizar' cosas esencialmente bajas, a quienes Platón, sin ningún respeto de sus capacidades, por grandes que sean, desterraría de la sociedad de los hombres […]"

[14] Op.Cit. 'Trattato Primo', 4, 3  "La maggiore parte delli uomini vivono secondo senso e non secondo ragione, a guisa di pargoli; e questi cotali non conoscono le cose se non semplicemente di fuori, e la loro bontade, la quale a debito fine è ordinata, non veggiono, per ciò che hanno chiusi li occhi della ragione, li quali passano a veder quello. Onde tosto veggiono tutto ciò che ponno, e giudicano secondo la loro veduta" Traducción: "La mayor parte de los hombres viven guiados de los sentidos y no conforme a razón, a guisa de párvulos; y estos tales no conocen las cosas sino simplemente por fuera; y no ven su bondad, a cual está ordenada a determinado fin, porque tienen cerrados los ojos de la razón, los cuales sí la ven. De aquí que luego ven cuanto pueden y juzgan según lo que han visto."

[15] Cf. Coomaraswamy. Op. Cit. p.131.

[16] La tercera es la 'semejanza absoluta' o identidad, de índole enteramente metafísica.

[17] Cf. Idem. Ibid.

[18] Coomaraswamy. 'El simbolismo literario', Op. Cit. p.110

[19] Cf. Curso de lingüística general. p.91

[20]  "El simbolismo adecuado puede definirse como la representación de una realidad de cierto nivel de referencia, por una realidad correspondiente de otro". Coomaraswamy, Op.Cit. p. 111.  Esto significa que actúa por analogía. En el sentido metafísico, las correspondencias de la analogía se fundamentan de acuerdo a la relación 'macrocosmos – microcosmos', y funcionan desde el pensamiento para la experiencia, y la expresión. A diferencia del 'Simbolismo que busca', el cual Coomaraswamy ve en el movimiento estético del 'Simbolismo' en poesía. A este respecto, la afirmación de Valery "[…] esa pobre palabra de Símbolo. Sólo contiene lo que uno quiere". E n Op. cit. p.14.

[21] "Si hemos de comprender lo que la escritura expresiva intenta comunicar, no podemos tomarla sólo literal o históricamente, sino que debemos estar preparados para interpretarla 'hermenéuticamente'." y.p.112.

[22] "Las palabras tienen un significado simultáneamente en más de un nivel de referencia. Toda la interpretación de la escritura (en Europa, particularmente desde Filón a Santo Tomás de Aquino) se ha basado en esta asumición". Coomaraswamy, Op. Cit. 'El Simbolismo Literario' p.115

[23] Esto es de utilidad para el estudio de la poesía y la literatura, en cuanto el símbolo tiene una serie de valores contextuales inteligibles ampliamente distribuidos en el tiempo y el espacio, y el estudioso puede 'leer' con seguridad su significado en otras partes y reconocer la estratificación de las secuencias literarias por medio de las figuras usadas en ellos. Cf. Coomaraswamy. Op.Cit. 'El Simbolismo Literario' pp.117-118 El autor no sólo postuló, sino que emprendió en algunas obras, estudios de obras literarias a partir de su contenido simbólico (En esta línea su libro, 'Sir Gawain y el Caballero Verde – Indra y Namucci', entre otros artículos), cuando no sobre simbolismos específicos (En esta línea los articulos reunidos en su libro 'Cuatro Estudios'). Según su parecer, esto era lo único que podría servir al crítico y estudioso de la literatura para diferenciar lo que, en la obra de un autor dado, es individual, y lo que es 'heredado o universal'. El problema de la tradición, que no tratamos aquí.

[24] Coomaraswamy postula que para la crítica de una obra como tal, es decir, como representación, es necesario conocer el paradigma además de su forma imitable con los cuales trabajó el artista, pues sólo teniendo claro aquello podremos verificar la exactitud de su representación, si es adecuada o no. Ver 'Intención' en Op. Cit. Esto exige un trabajo de apropiación del texto a criticar que no he realizado a ese nivel de profundidad, por lo que dudo de mi efectividad, esto, sin mencionar que creo en las traducciones, a tal punto que me sirvo de una traducción. Me excuso. El autor es el poeta griego Yorgos Seferis, y el poema el haikú número X. En "Poesía griega contemporánea" Selección, traducción del griego e introducción Nina Anghelidis y Carlos Spinedi. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1998.

[25] En 'Rilke y la búsqueda del fundamento', Héctor Delfor Mandrioni. Editorial Guadalupe, 1971.Traducción del autor. p.29.

[26] Alonso. Op. Cit. p. 13.

[27] Idem. Ibid.

[28] Héctor Delfor Mandrioni. Op. Cit. p.17

[29] Idem. Ibid.

[30] Martin Heidegger, en "Hölderlin, y la esencia de la Poesía" p.30

[31] Héctor Delfor Mandrioni. Op. Cit. p.20

[32] Amado Alonso,  Op. Cit. p.13. "La intuición poética busca y halla en esa realidad práctica un sentido original, virginalmente vivido y contemplado".

[33] En este sentido el concepto de 'inspiración' de acuerdo a Alonso: "Un ansia de calar el sentido de las cosas" Op. Cit. p14.

[34] Hno. Martín Correa, OSB, 'San Buenaventura y la hermenéutica'. En 'Revista Católica Nº1138. p.4 Vínculo web: www.seminariopontificio.cl/formacion/Revistacatolica1142/San%20Buenaventura.doc . (Idem. Todas las citas del mismo párrafo.)

[35] De 'Sonetos a Orfeo', XII. Traducción de Héctor Delfor Mandrioni, en Op. Cit, p.17.

[36] Cf. Octavio Paz, en Matsuo Basho, 'Sendas de Oku', 'La Tradición del Haikú', p.7

[37] Op. Cit pp. 83-96.

[38] "[…] el 'ornamento' y la 'decoracion' son, hablando propiamente, factores integrales de la belleza de la obra de arte; no ciertamente partes in-significantes, sino más bien partes necesarias para su eficacia" Op. Cit. p.83.

[39] Destacamo sólo un ejemplo de Coomaraswamy: "[…] el juez es sólo un juez en acto cuando lleva sus vestiduras". Op. Cit. p.88 También "[…] en este sentido las armas y otros objetos característicos que detenta [iconográficamente] una deidad son sus atributos propios". Idem. Ibid. Un ejemplo más actual y adecuado para nosotros sería la banda presidencial según la cual un ciudadano(a) investido con ella refiere su condición de presidente(a) de la república. En este sentido el ornamento opera como símbolo de atribuciones.

[40] Cf. Coomaraswamy. Op. Cit p. 95.

[41] "En poesía la ecuación se emplea para construir una secuencia" en "Ensayos de Lingüística General", 'Lingüística  y Poética'. p.361

[42] "En poesía no sólo la secuencia fonológica, sino asimismo cualquier secuencia de una unidad semántica tienden a formar una ecuación. La similaridad sobrepuesta a la contigüidad confiere a la poesía su esencia enteramente simbólica, múltiple, polisemántica, bellamente sugerida por la frase de Goethe […] ('Todo lo que transcurre no es más que un símil'). Dicho en términos más técnicos, todo elemento secuencial es símil." Op. Cit. p. 382. La bipolaridad del lenguaje se plantea en "Fundamentos del Lenguaje", Cap. V 'Los polos metafórico y metonímico'. Jakobson-Halle.

[43] Op. Cit. pp. 361en adelante.

[44] Esto siguiendo a Coomaraswamy, "implica la presencia en ciertos tipos de literatura de valores imaginativos (iconográficos) muchísimo más profundos […] y ello se debe sólo a que el mito es siempre verdadero (o en otro caso no es un verdadero mito), mientras que los 'hechos' son solo eventualmente verdaderos" Op. Cit. p.115

[45] En el sentido en que la poesía "es lenguaje primigenio de un Pueblo" Heidegger. Op, cit. p.32, o colectividad (lengua y fuente de experiencia común), y no "una simple manifestación cultural, menos aún, expresión del alma de una cultura". Op, cit. p.31 Quiero decir que el poeta se ve en la dificultad de dar curso a una interpretación de los valores de su colectividad.

[46] "El Sentimiento de Eternidad" o "El estilo griego, tomo II", 'En torno a la poesía'. p. 151.

[47] Su planteamiento fundamental a este respecto es el siguiente: "Afirmo que el crítico no puede saber si una cosa se ha dicho bien, si no sabe lo que tenia que decirse". En 'Intención', Op. Cit p.124. También remito a la nota nº 24.

[48] En Heidegger. Op, Cit. 39

[49] Rilke, 'Obra Poética'. Elegías de Duino. I. p. 183

 

 

Bibliografía.

 

Alonso, Amado. Materia y forma en poesía. Madrid: Gredos, 1977.

Coomaraswamy, Ananda K. Figuras de lenguaje o Figuras de pensamiento. Edición digital disponible en

http://www.euskalnet.net/graal/index1.htm  

Delfor M, Héctor. Rilke y la búsqueda del fundamento. Buenos Aires: Guadalupe, 1971.

Heidegger, Martin. Hölderlin y la esencia de la poesía. Barcelona: Anthopos, 2000.

Jakobson, Roman. Ensayos de Lingüística General. Barcelona: Ariel, 1984.

Saussure, Ferdinand de. Curso de lingüística general. Madrid: Alianza, 1987.

 

Bibliografía complementaria.

 

Alighieri, Dante. Convivio. En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999. Vínculo:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01482630767812605218813/index.htm

Texto en italiano consultado en: http://www.italica.rai.it/principali/dante/testi/b_qconviv1.htm

Basho, Matsuo. Sendas de okú. Barcelona: Seix Barral, 1981. Traducción de Octavio Paz y Eikichi

Hayashiya.

Correa, Martín OSB, "San Buenaventura y la hermenéutica". Revista Católica (1138) 2006. Documento

digital disponible en: http://www.seminariopontificio.cl/formacion/revcat1142/revistacat1142.htm

Seferis, Yorgos. El sentimiento de eternidad. México: F.C.E. 1992.

Rilke, Rainer M. Obra poética completa. Buenos Aires: Librería Perlado Editores, 1956.

Valery, Paul. Teoría poética y estética. Madrid: Visor, 1998.

enero 13, 2007

Una vindicación de la esoteria: Tradición, Exilio y Desierto en El Sentido Sombrío de Gustavo Ossorio

Una vindicación de la esoteria: Tradición, Exilio y Desierto en El Sentido Sombrío de Gustavo Ossorio

Por Juan Manuel Silva B.


0- Introducción.

Haciendo eco del ensayo Una vindicación de la Cábala de Jorge Luis Borges aparecido en Discusión (1932) [1], el presente trabajo, al igual que aquel notable ensayo (modestia aparte), no busca "vindicar la doctrina, sino los procedimientos hermenéuticos o criptográficos que a ella conducen. (...) Burlarse de tales operaciones es fácil, prefiero procurar entenderlas." [2]. Así, de comprender la Cábala como doctrina devocional, teológica y mítica, se ha de pasar a una teorización del lenguaje, la escritura y, posiblemente, de la poesía.

Con respecto a lo último, es justamente el ámbito de la poesía, a saber, la especificidad de lo estrictamente poético ( diferenciándolo de la poiesis ficcional literaria general), uno de los problemas genérico-teóricos más serios que compromete aún a los estudios literarios. Sería menester, al punto de volverse menesteroso, el aplicarse nuevamente al recomienzo fragmentario de un diálogo absurdo ( entre sordos) acerca de la poesía, mas la pérdida de una objetividad ( quizás en la extrema salutación a las yertas ciencias) o, más bien, la necedad que implica el prejuicio romántico (en términos borgesianos) al no querer formalizar tal especificidad, conduce a la etimológica idiotez llamada también ombiguismo intelectual. Ante dicha coyuntura, lanzar una premisa aseverativa o una suerte de hipótesis trasnochada acerca de lo que es efectivamente la poesía, resulta dominio de la experiencia de los años en la lectura o un nivel de certezas mayor en el espacio de las ciencias literarias. Sin poder abarcar ninguna de las opciones anteriores, el decurso de esta escritura inquisidora no puede menos que vadear el caudaloso río que corre con la extensa discusión de estos problemas. En ese sentido, la revisión de ciertas categorías o procedimientos del discurso poético moderno desde la tradición cabalística, será el objetivo principal a tratar en estas páginas.

Puntualizando un poco, es notorio que no existe univocidad ni centrismos bajo ese nombre: Cábala. Esto, pues desde la aparición del Bahir (primer texto autónomo cabalístico del siglo XII), han sido múltiples la bifurcaciones y diferencias entre escuelas, doctrinas y prácticas. Si bien la diferenciación dificulta el análisis, etimológicamente, Cábala significa "Tradición", "Transmisión" y "Recepción" [3], es decir, el proceso histórico y espiritual que ha seguido el mensaje que entregó Dios a Moisés en el Sinaí [4] hasta llegar a la actualidad. Dicho proceso cifrado en la expresividad del nombre divino, aunque esotérico, no estaría totalmente preñado del exceso místico iluminativo (el sufismo); por el contrario, la Cábala más que una mística arrobada, es un método-doctrina de exégesis y reflexión acerca de la escritura. Así, aunque ligados prácticamente a la ascensión espiritual mística, los cabalistas "Lo que pretenden es describir el reino de la Divinidad y los demás objetos de contemplación de una manera impersonal" [5], condición que los lleva a escapar aparentemente de la poesía, para concentrarse en construir un discurso teórico acerca del sistema divino. Según Gershom Scholem, el más eminente de los estudiosos de la Cábala: "La Cábala (...) es el movimiento en el que las tendencias místicas del judaísmo, principalmente entre los siglos XII y XVII, han encontrado su sedimentación religiosa en forma de múltiples ramificaciones y con frecuencia en el curso de un desarrollo accidentado. El complejo que aquí se nos presenta no es, en absoluto, como muchas veces se escucha, un sistema unitario de ideas místicas y en especial teosóficas. Un concepto como, por ejemplo, «la doctrina de los cabalistas» no existe. En lugar de esto, tenemos que habérnoslas aquí con un proceso frecuentemente asombroso por la multiplicidad y abundancia de sus motivos, el cual se ha decantado en sistemas o semisistemas totalmente diferentes. Alimentado por fuentes subterráneas de muy probable origen oriental, la Cábala vio por primera vez la luz en el sur de Francia, en las mismas regiones y en el mismo tiempo en que el mundo no judío contemplaba el apogeo de movimiento de los cátaros o neomaniqueísmo." [6]

Ahora bien, comprendiendo la vastedad discursiva atraída por los estudios religiosos, literarios y hasta científicos que orbitan sobre la Cábala, es necesario aclarar que el eje y principio de estas reflexiones originadas por una intuición, surgen del estudio propuesto por Harold Bloom en La Cábala y la Crítica [7] (1979). En este conjunto de tres ensayos, Bloom intenta sistematizar la presencia velada de los postulados cabalísticos en la teoría post-estructural, antitética y psicoanalítica que él mismo propone como modelo de comprensión de un canon o historia literaria, en este caso, historia de la poesía en vías de una nueva teoría de la interpretación poética. Excluyendo excesos tales como la justificación de un canon personal, subjetivo y vocacional [8]; la intromisión del argumento freudiano para construir un esquema psíquico de los poetas y la poesía; la libertad con la que transforma las citas de ciertos supuestos de Nietzsche y la asimilación de las teorías de Moisés Cordovero e Isaac Luria a una estructura tropológica que se mantendría en la competencia de poetas "fuertes" y "débiles" en un mapa de lecturas erróneas (a map of missreading) propias de la angustia de las influencias (anxiety of influence), sólo perseverarán en el análisis la noción de tradición como influencia, la escritura en la Cábala como dialéctica de presencia/ausencia y el Mito del Exilio como motivo configurador de la oscuridad del sentido en la poesía moderna. Sin entrar en la explicación de los baches que presenta La Cábala y la Crítica, es necesario avanzar a la delimitación del segmento o poética específica que habrá de tratarse para justificar la transmisión y presencia de un aspecto de la poesía moderna. A raíz del desconocimiento de su obra, además de haber sido catalogado como un escritor "hermético" por sus contemporáneos y por el olvido con que lo juzgo la historia crítica, el poeta será el chileno Gustavo Ossorio.

Gustavo Ossorio nace el año 1911 en Santiago, muriendo prematuramente a causa de tisis en 1949. A raíz de la antología de Hugo Zambelli: 13 poetas chilenos. declararía: "La poesía y la pintura son mi llaga y mi salvación." [9]. Y, aunque a primera vista no sean de mayor importancia estos datos biográficos, son los únicos con los que se cuenta. Además de su extremo laconismo vital, Ossorio alcanzó a publicar en vida sólo dos volúmenes de poemas: Presencia y Memoria [10] (1941) y El Sentido Sombrío [11] (1947), dejando inédito el libro llamado Contacto Terrestre, publicado en 1968 por la colección de poesía universal de la revista Orfeo. Su poesía ha aparecido en numerosas antologías a la fecha, entre las que pueden contarse 13 poetas chilenos. de H. Zambelli, Poesía Nueva de Chile de Victor Castro, Cuarenta y un poeta joven de Chile de Pablo de Rokha y Antología de la Poesía Cósmica Chilena de Fredo Arias de la Canal, por nombrar algunas. Por otra parte, son pocos los críticos que han abordado la poesía de Ossorio, y cabría mencionar a: Victor Castro [12], Andrés Sabella, Marino Muñoz Lagos, Jorge Elliott [13], Francisco Santana [14], Rodrigo Verdugo y Leonardo Sanhueza. Ahora bien, si ya la escasez de preocupación crítica es una atenuante, la extensión y profundidad de dichos análisis lo son en mayor grado, pasando por juicios laudatorios, ingenuidad histórica y boato periodístico. En ese sentido, no hay que engañarse a la hora de pensar que esta exposición es un rescate forzoso, o bien, un ejercicio del mal gusto. Ante la pregunta del porqué la necesidad de estudiar a Gustavo Ossorio, debería responderse más o menos lo siguiente: pues hay poca y quizás ninguna poesía en Chile que llegue con tal honestidad a los oscuros abismos del lenguaje y el alma, incluso tomando el riesgo de destruirse en el intento. Esto, sumado a la diferencia que plantea con su época y con la historia literaria chilena, es razón de sobra para su estudio. Asimismo, frente a poetas como Juan Negro, Aldo Torres Púa, Jaime Rayo, Omar Cáceres, Victorino Vicario, Carlos de Rokha, Mahfud Massis o Hugo Goldsack, la diferencia textual en la figuración retórica, la composición sintáctica, la inexistencia de armonía rítmica y la intensidad del misterio a tratar, es considerable, al punto de pensar que no es posible relacionarlo ni con la generación del 38, ni con La Mandrágora ( con quien colaboró en los números 5 y 6), ni con algunos de los poetas de alcances "sombríos" con los que convivió, más que tangencialmente en una suerte de espíritu epocal. Únicamente los poetas que prologaran sus dos libros en vida, serían, a mi juicio, referentes directos en su concepción poética: Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva. Ambos poetas metafísicos, el primero con un matiz más cercano al simbolismo y el segundo más afín a la cavilación filosófica, seguramente influyeron al poeta; seguramente, pues la poesía de Ossorio está cifrada en un objetivo que supera el afán estético, para instalarse en la vida como experiencia trascendente:

"La poesía no es para mí ni el anecdotario rimado, ni el romance, ni nada que emita destellos ni signifique una decoración amable ni una música sensual. Ella es para mí el verbo encendido que con tremenda voz clama por el lugar justo del hombre entre sus semejantes; y es el vestido mágico para aparecer y desaparecer a voluntad; y el don de salir de uno mismo o de entrar en uno como un ojo encendido, para visitar la sima profunda." [15].

Suspendiendo esta querella para acceder al discurso poético mismo, según la gran mayoría de los comentaristas, el libro cumbre de la escritura de Ossorio es El Sentido Sombrío, y, apelando a su restringido canon, será elegido ese poemario para exponer las principales características de su escritura. Tales características, ordenadas por la prelación de establecer ciertas categorías y procedimientos cabalísticos presentes de manera soterrada en su poesía como espejo de lo moderno, estarán cifradas sólo en la topología espiritual del Desierto, como el espacio de la revelación, de la promesa, del advenimiento, de la voz y, fundamentalmente, del fracaso y la oquedad que es propia de un discurso poético moderno que se cuestiona y al cuestionarse se distorsiona y fragmenta en un suspenso de la unión con la presencia genésica, el decir adánico o, en la algarabía moderna, un significado trascendental.

Para estos efectos, lo inicial será el vindicar brevemente la validez de la tradición, el concepto de escritura y el Mito del Exilio en un discurso teórico acerca de la poesía moderna, y luego exponer tales alcances a la topología del desierto como espacio apocalíptico en El Sentido Sombrío de Gustavo Ossorio.

1- Una vindicación de la Cábala en la teoría de la poesía.

Con la firme convicción de que el tema a tratar seguramente sobrepasará la exposición, lo esencial será acotar el amplio desarrollo del tema cabalístico en Bloom al Mito del Exilio. Así, tal como lo plantea Gershom Scholem (fuente del texto bloomiano) en La Cábala y su Simbolismo [16], el expositor más claro del mito es Isaac Luria de Safed (1534-1572 en Palestina), quien abordando el tema del Mal, ignorado o elidido por la discusión rabínica, articula un modelo de la creación en el cual se conjugan por analogía, según Bloom, los procesos de producción discursiva poética. Si bien la postulación mítica es aparentemente contraria a la negación del ídolo o imagen protética de Dios, es necesario aclarar que esta discusión teológica aún no está concluida, por la sencilla razón de que la Cábala como cúmulo transituacional de tendencias esotéricas, se vio vinculada desde su origen a raíces neoplatónicas y gnósticas que, en casos como éste, se contraponían al conservadurismo rabínico. En ese sentido, la mitificación más que idolatría, significó una revitalización y un intento de comprender más profundamente una doctrina que estaba en vías de fosilizarse por su estatismo. Legando a la teología problemáticas de episteme, la doctrina de Luria podría ser ubicada a primera vista en una cosmogonía. Mas si se razona puntualmente bastan sólo las dos primeras características generales para demostrar lo contrario. En primer lugar, la teoría de Luria propone el origen como catástrofe, y en segundo término, la articula como una posibilidad de llevar a cabo la creación por primera vez. Para entender estos puntos sin entrar en tecnicismos, habría que considerar que, para la creación del mundo, Dios originó desde su ser sin fin (nada) mediante dos mecanismos: Adán Kadmón y las 10 sefirots. Adán Kadmón [17] es el hombre arquetípico conformado por las sefirotsrecipientes, y por el exceso de luz o la incapacidad de resistir la luz de las últimas seis sefirots, estas fueron rotas devolviendo la mayor cantidad de luz a la nada divina, dejando aún tanto chispas de luz en la última sefirah (malkuth o el reino, el mundo material habitado por el hombre) como añicos o qlipoths de los otros recipientes, generando por esta rotura el mal. (cifras o zafiros) que son los 10 procesos secuenciales en los que Dios mismo se hace presente desde la nada a través de su luz, hasta la materialidad del mundo. Cada uno de esos estados fueron llamados

Ahora bien, lo esencial del modelo es que hay tres movimientos sucesivos que estructuran la creación Zimzum, Shevirah y Tikkún. El primero es la retirada de Dios de sí mismo, dejando el tehiru o espacio fundamental de creación (forma de no entregarse por completo en el acto); esta "retención de aliento" o contracción en sí mismo, es un acto de limitación que desencadena el exceso de luz, que acabará por romper los seis recipientes u odres que conducen y llevan a cabo la creación anteriores a Malkut, última sefirah correspondiente a la realidad humana o reino, que no alcanza a quebrarse. Shevirah es la destrucción de los recipientes, mientras que Tikkún es la posibilidad de restablecer o reunir las chispas de luz que quedaron atrapadas en la materia. De esa forma, la luz creadora volvió al creador, mientras que en Malkut quedó atrapada en los qlipoths o añicos de los recipientes-sefirots. Para Luria, el cabalista debe realizar actos piadosos y justos, además de prácticas textuales-religiosas para lograr restituir y reparar la catástrofe de la creación. Creación que, por cierto, no ha concluido, pues la responsabilidad que pesa sobre los hombres, es la de recordar (otro sentido de Tikkún) que la creación aún no está terminada, y que para realizarla plenamente hay que modificar su trama, es decir, el hombre puede y debe re-crear o ayudar a crear verazmente la creación. Así, los tres movimientos de creación no son exclusivos de un único momento, son en una continua reestructuración, o bien, como un reloj que al no poder completar el tiempo vuelve a marcar la primera hora luego de las doce. En ese sentido, que Dios mismo se retraiga y se contenga es ya, según Scholem, un autoexilio, por tanto, todas las partículas (incluidos los humanos) que han sido traspuestas, o están en un lugar distinto al que pertenecen, son en sí exiliadas. Por consiguiente, la creación como catástrofe o exterminio, tomando esta palabra desde el destierro, fue el modelo más adecuado para explicar la diáspora luego de 1492. Diseminación del pueblo judío español, que era ya un eco de la errancia que le es propia a los pueblos que moraban en el desierto, pueblos oprimidos, perseguidos y esclavizados. "Para la tradición hebrea, toda representación literaria participaba de la transgresión, a no ser que fuera canónica. Pero el Exilio es un profundo estímulo para la angustia humana en lo que atañe a la representación literaria. La Cábala es una doctrina del Exilio, una teoría de la influencia que se elabora para explicar el Exilio" [18]. Bloom considera además, que la Cábala como teoría del lenguaje y la escritura, es una teoría de la historia literaria y aun de la poesía. Para él, la retención del aliento (zimzum), la rotura de los recipientes (shevirah) y la restitución o recreación (tikkún) son más que procesos humanos, son procesos de lenguaje análogos, respectivamente, a la limitación [19], la sustitución y la representación, como procesos de relación entre textos o discursos, y como etapas de la producción poética. Reemplazando a Dios por un significado trascendente en una comunicación o creación de enunciados o textos en una catástrofe, lo que intenta restituirse, más que la creación es la presencia real de aquello que se oculta y se fractura en cada representación: el significado. Con esto no hay que entender que el fin de la poesía sería el construir oraciones de perfecta comunicación, al contrario, el significado trascendental, en este caso, estaría vinculado con la onomatésis o lenguaje adánico ( hebreo: davar), en el que la palabra fuera la cosa y la palabra estuviera en la cosa y viceversa. Así, la búsqueda de la poesía, para Bloom, sería tanto del significado-cosa en tanto Dios o presencia, como la búsqueda-construcción de un texto original-canónico mediante la glosa. Pues "La gran lección que la Cábala puede enseñarle a la interpretación contemporánea consiste en que el significado de los textos del retardo es siempre un significado errante, tal como los judíos del retardo fueron un pueblo errante. Va errante el significado, como la humana tribulación o el error, de texto en texto, y dentro de un texto, de figura en figura." Por ende, el retardo o diferencia-diferir de Derrida [20], es la búsqueda o huida de un significado lesivo [21], que en su estatuto de ausencia en los libros del canon (Torah), sólo puede ser soportado con el comentario o la glosa y el poema, en un sentido moderno. Entonces, sólo la escritura (la ley de Moisés) y sus traducciones o glosas canónicas pueden sobrevivir como la presencia más fuerte en el tiempo. A raíz de esto, es necesario detenerse y exponer, que el sentido de la escritura es completamente distinto en el pueblo hebreo: "la Cábala es una teoría de las escritura, pero se trata de una teoría que niega la diferencia absoluta entre la escritura y el habla inspirada, tanto como niega los distingos humanos entre la presencia y la ausencia. La Cábala habla de una escritura anterior a la escritura (el "rastro" de Derrida), pero igualmente de un habla anterior al habla, de una Instrucción Primordial que precede a todos los rasgos del habla. Derrida, en la brillantez de su Gramatología, argumenta que la escritura es a la vez externa e interna al habla, porque la escritura no es una imagen del habla, mientras que el habla en sí ya es escritura. (...) La Cábala piensa además según modos que no le están permitidos a los metafísicos occidentales, ya que Dios es al mismo tiempo Ein Sof y Ayin, presencia total y total ausencia, y todos sus interiores contienen exteriores, a la vez que todos sus efectos determinan sus causas." [22] Asimismo, el modelo de Luria determinaría el Exilio por la suspensión del Tikkún en el carácter mesiánico de su advenimiento. Si los hombres están implicados en la historia catastrófica, y la historia es escritura, y ya el mundo es escritura para los cabalistas, a saber, la Torah, la imposibilidad dual de acceder a la presencia de un Dios que se presenta en la escritura como promesa o como vacío, es un nudo ciego, literario y que se amolda a la perfección al hiato entre paraíso y utopía que plantea la modernidad. Tal es el nivel de sustitución y recreación frustrada, que el paraíso como plenitud es borrado en este modelo por un Autor divino retraído, del que los hombres son escribas de un texto incompleto y aún por acabar. El mundo como escritura inacabada u oculta en partes, transforma a los mismos autores de la Torah impresa y canonizada en meros glosadores o amanuenses de un texto aún no revelado. Así, el proceso luriánico de creación conduce a considerar, en términos de Bloom, que la poesía moderna es un tráfago de influencias en el que los poemas y los poetas son reescrituras [23] y escribas de un texto original ausente que adviene en el significado fugitivo entre los poemas y su intento de rehacerse al volver al comercio del mentado modelo. Al cabo, el Exilio de Bloom, es el del poema que busca consolidarse en la historia como original a sabiendas que el original está velado, en tanto sentido de la poesía, significado de la misma y reversión de la causalidad histórica, así como la incapacidad de llenar los hiatos y ambigüedades del poema moderno pudiendo decir la cosa, ser la comunicabilidad del nombre divino: revelar la Torah o el Libro por revelarse. Sin detener la reflexión en lo último, ya Borges discutía a raíz de Kafka la necesidad de considerar la retroactividad textual como variable histórica, al devolver desde el efecto a la causa una lectura que, al considerar la historia literaria como texto, no sería más osado que un paralelismo o vinculación espacial en una escritura que no sucede, sino que "constituye un orden simultáneo" [24]. A la sazón del vínculo entre el poema y sus predecesores y sucesores, Bloom plantea la influencia como el combate por un lugar en la historia, por una canonización entre los otros poemas y poetas. Por esto, Bloom considera que sólo el poeta "fuerte", es el que logra glosar o representar la lectura de sus anteriores, en una mala lectura que alcance situarlo, como los cabalistas, en un estadio de comprensión del fenómeno poético, es decir, el vaciamiento de sí mismo, la sustitución y la representación que restituye lo que puede advenir y que contendría ya a sus epígonos.

Considerando que el lenguaje y, con propiedad cabalística, la escritura, es lo que conecta como tradición el pasado, el presente y el futuro literario, ya el joven Benjamin en Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos [25] aportaba a este respecto que todas las entidades poseían un lenguaje que comunicaba su contenido espiritual en tanto contenido espiritual lingüístico comunicable. Así, sin ser las entidades en sí ese contenido espiritual, comunican en su lenguaje su ser espiritual, su esencia, su alma. A diferencia de las otras entidades del mundo, el lenguaje humano deviene del acto nombrador-creador divino, la onomatésis genésica. Dios no subyuga al hombre poniéndolo bajo el lenguaje; más bien, Dios otorga el don del lenguaje nominador al hombre para que éste pueda comprender a las cosas y comprenderse, pues en el nombrar el hombre comunica a su ser en el lenguaje. "[...] La lengua de un ser es el medio en el cual se comunica su ser espiritual. El río ininterrumpido de esta comunicación atraviesa toda la naturaleza, desde el ínfimo existente hasta el hombre y desde el hombre hasta Dios. El hombre se comunica con Dios mediante el nombre que da a la naturaleza y a sus semejantes (en el nombre propio) y da a la naturaleza el nombre según la comunicación que recibe de ella, porque incluso la entera naturaleza se halla atravesada por una lengua muda y sin nombre, residuo del verbo creador de Dios, que se ha conservado en el hombre como nombre conocedor y –sobre el hombre– como sentencia juzgadora. La lengua de la naturaleza puede ser comparada con una consigna secreta que cada puesto transmite al otro en su propia lengua, aunque el contenido de la consigna es la lengua del puesto mismo. Toda lengua superior es traducción de la inferior, hasta que se despliega, en la última claridad, la palabra de Dios, que es la unidad de este movimiento lingüístico." [26] Por consiguiente, el tránsito de los lenguajes mudos del texto de las cosas al nombrar-poetizar del hombre, se realiza mediante una traducción de aquello comunicable en su contenido espiritual que, en términos de Benjamin, sería aquello que hospeda a Dios en ese lenguaje, o bien, una suerte de restitución luriánica de los recipientes y la luz que ha quedado en ellos. En el caso de Heidegger [27], la situación avanza hasta el ámbito poético, pues la poesía como palabra logra crear mundo e historia, mientras que como re-veladora (aletheia) del ser que se esconde, es también el acto de nombrar a los dioses y nombrar a las cosas en lo que son, en su realidad de verdad [28]. Sin deificar (Benjamin), Heiddeger problematiza la poesía al situarla como el fundamento y como la acción de recrear (tikkún) las cosas y al poeta mismo desde su ser y su verdad gracias al don de la palabra: es el devolver o revelar el hospicio y el hogar, la ubicación en el mundo y sus leyes. La poesía recrea el mundo para que el hombre vuelva del destierro.

Glosa, catástrofe, lectura y creación en un mundo de escritura puede ser analogado por traducción; y es, justamente, la poesía como traducción la que pone en juego a la tradición y la traición de un original. Como se mencionó anteriormente, Cábala significaba tradición, transmisión [29] y recepción, a saber, el recorrido histórico de una permanencia. En este caso la permanencia es canónica y procedimental. Si se toma el canon, ya en la Torah es posible encontrar traducciones, transposiciones o destierros del mundo mesopotámico (Diluvio-Gilgamesh). Más aun es discutible que la aparente cerrazón del texto asegure su univocidad. Asimismo, la función de la glosa en la Cábala como búsqueda, es la misma que existe en el poeta en relación con el texto anterior, con la referencialidad o con la intuición de lo inmaterial en lo material: pareciera ser que todo en el mundo está en lugar de algo ausente. Y la poesía como proceso de revelación o de recreación-representación, también es un acto de lectura. Nada en la poesía escapa a la lectura o la interpretación. Por esto, no es raro pensar que el modelo de Luria, fundado como la tradición de nombrar o de superponer residualmente glosa sobre glosa o creación sobre creación, hace que el poeta vuelva a lo que planteaba Borges en el prólogo a El oro de los tigres (1972): " Un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos." [30]. Y pareciera ser incluso, que la lengua como escritura hospedara en sí el palimpsesto de dichas traducciones, y del hecho mismo que los vacíos del origen han sido cubiertos con mitos que, de la misma forma luriana, no son más que glosas de la muerte en que estaba sumida la historia antes de la palabra.

¿Qué es lo que perdura? ¿Qué es lo permanente? Para Bloom, la influencia. Ya que "Un modo de entender lo que quiero decir con "influencia" consiste en verla como un tropo que sustituye a "tradición", sustitución que reemplaza un sentido de pérdida." [31] Influencia relacionada etimológicamente con el influjo mágico que ejercían los astros sobre las personas, y que en Bloom se desarrolla como un mapa de malas lecturas, en la que los poetas epígonos leen a sus maestros traduciéndolos. Tal traducción es la habilidad de combinar esas pocas metáforas de las que hablara Borges, situándose en una historia como poesía o poema inconcluso que va siendo recreado por poetas "fuertes", que a su vez, serán maestros de otros poetas epígonos en el futuro (preservando el modelo de Luria). Esto, pues como planteara Elliot: "La misión del poeta no es encontrar nuevas emociones, sino usar las ordinarias y, al elaborarlas en poesía, expresar sentimientos que no se encuentran para nada en las verdaderas emociones" [32], es decir, hacer presente aquello que no puede ser nombrado, ya sea origen o significado o Dios, aquello que no existe: reproducir el vacío del lenguaje explotando ese vacío en una presencia tropológica, pues aquello donde el sentido se revela es el espacio del más allá, la muerte. Y bien puede ser esa una de las razones por las que la poesía (como otras artes) coquetean con su propia muerte, con el (i)limitarse al punto de desaparecer; pues ante la ausencia de origen o de referencia, sólo pueden tener significado desde otra obra, otro poema: "Los textos no tienen significados, salvo en sus relaciones con otros textos, de modo que hay algo inquietantemente dialéctico en lo que atañe al significado literario. Un texto único sólo tiene un significado parcial; es, de por sí, la sinécdoque de una totalidad más amplia que incluye otros textos. Un texto es un acontecimiento correlativo y no una substancia que ha de ser sometida a análisis." [33]. Acorde al planteamiento del diálogo entre textos de Elliot y haciendo eco en Heidegger, del diálogo como modo de ser que homologa Uno y Mismo [34], al ser testimonio de la realidad de verdad del hombre y su pertenencia a la Tierra, se propone que "la realidad de verdad del hombre es, en su fondo, «poética». Por poesía estamos ahora, entendiendo ese nombrar fundador de Dioses y fundador también de la esencia de las cosas." La poesía hace saltar de la entraña de la tierra a la superficie lo escondido hospedándolo en el lenguaje, pues es en el lenguaje la posibilidad de encontrar albergue para la ausencia, para el advenimiento, para la respuesta a la voz con la que se entra en diálogo y, fundamentalmente, el lenguaje es el ámbito en el que aquello velado se muestra en su verdad, para luego desaparecer.

La poesía es el tránsito de una nada a otra, en la que sólo es presente su misma condición de existencia: su pasar. La poesía como el pasar es también el comprenderla como traducción o glosa, de una escritura incompleta que tiene un Autor muerto o desaparecido, y que promete una consolidación o fin. En esta teleología poética, el fracaso es parte del Mito del Exilio, ya que la tradición no es traición, sino que renuncia a una plenitud mítica que ya está contaminada por la ausencia y en la que sólo es posible diferir-diferenciar el vacío mediante otra forma de ausencia, otra escritura que refiera a la anterior, a la posterior y puje por su fin. Además, la escritura misma, desde la óptica cabalística, es la promesa o el ocultamiento de una verdad soterrada, un significado trascendental que llene los hiatos produciendo, gracias a los poetas (actantes del tikkún), una síntesis mística-mesiánica entre los planos de escritura, entre los niveles traducidos (según Benjamin). Aún así, la presencia es sólo huella de un vacío, de una fractura, de una pérdida, y es en esa trasposición que el poeta moderno se vuelve judío y exiliado en su oficio, al tratar de sobreponerse a la escritura anterior (valga ignorar los subjetivismos de "fuerza" y "debilidad" en Bloom) e intentar validarse como reescritura de una tradición como traducción. Tal influencia, sin el peso de los astros o el optimismo mesiánico, convierte al poeta en un detective de lo permanente, mientras que a la poesía en la huella de un crimen cósmico en el que se busca el suicidio (nihilista) o la resurrección (religiosa) en un más allá que sólo aparece como revelación adviniente, pudiendo aparecer como verdad, significado, Dios y hogar. Mas pareciera no ser la plenitud el camino de los misterios, ya que "esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético" [35]. Y como, justamente, el arte se ha desligado de su función mágica unitiva (al parecer), la perfección de su desarrollo sería en la modernidad un intento de suicidio no consumado, castigado con la canonización o la moda. Entre el fracaso y la restitución, entre el sinsentido de la historia y el mesianismo, la revelación pareciera ser el vínculo entre el Exilio, la tradición y la escritura. Vino nuevo en odres viejos, o el placer de la novedad simulando un origen, sería el advenir de un vacío que se llena en la lectura gracias a la tradición o la influencia de los maestros. El gran poema que sigue siendo escrito maneja motivos, mas no pierde calidad al simular su fin. Y es que la poesía simula adecuadamente su fin y su significado, desapareciendo inmediatamente en la reificación del contexto o en una nueva escritura. Así, la oscuridad de la poesía moderna no es nueva, es la anamnesis del alma oscura que prevalece en la incapacidad de hacer la totalidad o de llevar a cabo el Libro, en términos de Mallarmé. Llámese melancolía, bilis negra, o incapacidad de restituir, comprender o representar aquello intuido o experienciado, la poesía como la más noble de las tareas, vuélvese a sí misma al no encontrar más que exterioridad, afuera. Y es esa imagen de desamparo, de exterminio la que es ignorada por Bachelard [36], para quien el hombre es arrojado al hogar, a los espacios del cobijo. Más allá del cobijo está la intemperie del Exilio, símil del espacio de errancia por el que los judíos deambularon cuarenta años. Así "Estos espacios del odio y del combate sólo pueden estudiarse refiriéndose a materias ardientes, a las imágenes de Apocalipsis" [37] Imágenes de la revelación (Apocalipsis), en que la presencia no arquetípica de las mismas, existe en el lenguaje como hecho poético, como impresión en la conciencia. En esta fenomenología del alma, del soplo, la lectura de estas imágenes resuena como un eco y se hace del ser del lector en una repercusión, trasponiéndolo al del poema. Por lo mismo, el estado de ensueño, entre la presencia y la ausencia, entre el descreimiento y la fe, se instala en la topofilia de un espacio desolado, un espacio de revelación, de voz divina, de soledad, de ascesis y de muerte: el Desierto. Es el Desierto la imagen del Exilio, de la transformación o traducción, como también es la imagen de la ruina, de la destrucción, de la batalla contra lo innombrable: es el espacio en que se libra la batalla de la nominación para restituir la creación y su verdad en el poema. Batalla que, por cierto, está condenada al fracaso o a la incomunicación, al hermetismo, al eco. La escritura del Desierto se arruina, se desmorona por la necesidad de testificar aquello que permanece más allá de todo. Es el peligro real, la inminencia de Dios, de la muerte o de la mudez. Y es precisamente la infancia (etimológica) u origen del que se hace el poeta cuando es en la poesía, lo que lo condena a perderse en el Desierto, a destruirse o a salvar la eternidad del tiempo consumido en la arena.

Aunque sólo sea una fracción de la poesía moderna la que se ve contaminada por los influjos de esta teoría de la escritura que es la Cábala, es necesario exponer que su presencia-ausencia en el desarrollo de la modernidad es innegable. Sui generis, extático o disparatado, el proceso de mostración del detalle cabalístico en diversos pensadores, conduce al aterrizaje de la abstracción del Exilio y su vínculo con la disolución y la intraducibilidad o incomunicación, al espacio del Desierto que, explorado como el campo de batalla del poeta con la poesía, la escritura, la errancia y la propia labor de continuar con el palimpsesto literario, se presenta en la voluntad de hacer reproducible una revelación que aún adviene y que sólo se atisba por la intuición. Así, se intentará plantear la dialéctica de creación o catástrofe, experiencia o simulacro, presencia o ausencia y, esencialmente, restitución o Exilio, en el poema Prolongación del abismo que arde, del escritor chileno Gustavo Ossorio, como muestra de la escritura que desarrolló en su libro El Sentido Sombrío.

2- La traducción del Desierto en El Sentido Sombrío.

Prolongación del abismo que arde. [38]

En tanto yo alabo la luz

O lo que amanece más grande que mi forma,

En tanto hablo

Y a mi antojo salgo o entro en la ruina terrenal,

Y acepto mi convite nocturno

O cargo con mis desnudos muertos

A través de larga vela,

¿Qué acontece en la realidad de los ojos?

¿Qué tocan y atan mis dedos

en medio de una niebla maligna?

Yo quisiera destruir ya

La visión que sucumbe cuando estoy ausente.

Quisiera que una alegría abominable cogiera mis cosas

Y las echara de la memoria

Para cumplir mi edad adulta

Sin esta prolongación de aguas mezcladas,

De compasivos mudos que debajo del hogar moran

Y cuentan mis gemidos.

Pero yo me apesadumbro y veo devorado;

Llamo desde mi voz con gritos que todos oyen;

Presiento que algo santo va a caer

Para manchar mis paños rituales:

Digo esto a todos y todos me escuchan.

Esto es, pues, lo visible en lugar abierto,

El bien que se llevan como un traje para estar.

¿Qué ocurre entretanto

En los fríos pasillos de la espera?

¿Qué voluntad amarga tuerce la raíz de mi sentido

Hacia la imagen negra?

Ay, nadie sabe cuál hermano

Ordena calladamente los despojos luminosos!

Nadie muere ya por temor a la substancia desencadenada

Que arde en el espanto y en el callar del corazón

Cuando transitamos por la gracia.

Ocurren los días con sus grandes desiertos

Y yo presto a la piedra mi canto terrible

Para seguir ignorando al signo de las cosas.

Ya en los libros canónicos, el Desierto ha cumplido el papel tradicional de ser un lugar de paso, un espacio de los exiliados y el ámbito en el que el pueblo elegido escucha, recibe y transmite la escritura divina. Sin apelar a la ascesis cristiana, una versión de la entrega del Decálogo en el Monte Sinaí, versa acerca de la falacia que rodea tal evento. De hecho, en esa versión, se plantea que Dios no habría alcanzado a decir más que Aleph, ya que el pueblo hebreo no habría resistido su palabra. En ese sentido, ya la escritura canónica presenta versiones, glosas o traducciones de un evento incomunicable. Asimismo, si el Desierto es inversamente proporcional a la escritura, al ser la ausencia o extinción de sí mismo lo que comunica con la presencia de Dios, es también la imagen de la muerte y de la eternidad que desgasta las construcciones humanas hasta volverlas polvo. En el Desierto, no hay aguas sino rocas, quienes forman parte de lo más permanente en lo material. Por ende, el Desierto, es la permanencia que destruye lo pasajero, lo mudable, aquello que requiere de la vida para existir. Por otra parte, es la imagen de la detención, del espejismo, del ensueño y la tentación; es el espacio en que los sentidos se aturden creando fantasías que sumergen al sujeto en la confusión.

Pasando por los esbozos preliminares, el poema, exhibiendo los principales rasgos de la poética de Ossorio, se presenta como un hato de fragmentos comunicados únicamente por una tensión entre el "yo" y aquello que se quiere nombrar. Quebrado en su ritmo y su presentación tipográfica, el poema se transforma en una visión espiritual, en un imagen donde confluyen dialécticas como luz/oscuridad, voz/mudez y presencia/ausencia. Al igual que los descubridores ante un mundo nuevo, el sujeto de la enunciación se vuelve enunciado (relacionando el cuerpo o lo conocido con lo desconocido-Catacresis) intentando subjetivarse y describirse en un proceso trunco, en el que su ser o su realidad de verdad no logra aparecer. Aun así, destemplado y solitario, convoca una comunidad con "hermanos" y un decir para "todos". Comunidad que no existe más que como fantasma, pues aunque se incluya un "nosotros", el poema se construye desde la visión subjetiva, comiéndose la cola desde un "yo" inicial hasta un "yo" final. Y es que la batalla se libra en un transcurso de infinitud en que los días traen "desiertos", y la experiencia es un proceso de transitar por la alabanza a la luz en medio de tinieblas, ruinas terrenales, nieblas malignas, temor y autodestrucción buscando la "gracia" mediante ropas rituales, que son sopesadas con la apariencia de virtud de lo mudable. "Algo santo va a caer" en este espacio sin tiempo medible y sin determinación específica, algo que existe en la "voz" pero que atrae la amargura, la desaparición de la imagen revelada en la ausencia y los gemidos. Pues el exiliado busca en el Desierto esa "substancia desencadenada", ese amanecer de la noche más oscura del alma mediante la voz y el "canto terrible", en que su existencia puede quedar muda como los muertos que carga en su tradición, en su cuerpo, a través del insomne caminar por los sentidos mutilados, por la memoria de un hogar ausente que delata el luto de las entidades: "En todo luto o tristeza la máxima inclinación es a enmudecer (...) Pero el lamento es la expresión más indiferenciada e impotente del lenguaje (...)Allí donde susurren las plantas sonará un lamento. La naturaleza se entristece por su mudez." [39]. Arrojado a los interminables días del Desierto, el sujeto enunciante-enunciado que se dice en poesía, es sólo lamento del eco que la mudez de las cosas produce en su incapacidad de traducirlas. En tal situación, el sujeto se cuestiona cómo decir "Para seguir ignorando al signo de las cosas"; cómo restituir el habla y la traducción, cómo sintetizar en presencia aquello por lo que "nadie muere". La pregunta asfixia la raíz del sentido volviéndolo sombrío, llevándolo al luto: el sujeto puede decir, mas no puede traducir la inminencia de las cosas y su lenguaje como médium con la presencia incontestable de la luz. Puede decir, pero el luto lo embarga enmudeciendo el sentido y la relación que existe entre su lenguaje y los otros lenguajes. Así, la cerrazón dificulta el diálogo, la intertextualidad y la ubicación del poema mismo en una tradición más que la del fracaso. Su canto es terrible, pero no a la manera de San Juan de la Cruz, no es la saeta que llaga el ojo ni la llama que consume el alma: es la impotencia y el desconcierto de la espera en pasillos, en recovecos que no protegen sino que exponen al sujeto a la ausencia, al frío de una noche desastrada en que sólo las piedras comprenden un lenguaje que no va hacia Dios, sino que vuelve destruido a refugiarse en el silencio de las cosas.

Mientras los "hermanos" no diferenciados ordenan los "despojos luminosos" o chispas de una revolución solar anterior, o bien, de lo que quedó después de la destrucción de los recipientes, el sujeto intuye su propia santidad, ve su caída y no encuentra siquiera un ápice de luz, más que en la memoria o la sentida certeza de que existe un orden verdadero que se oculta bajo "lo visible" y perentorio. Ni su oficio de hierofante, ni su labor poética, menos aún la búsqueda de la luz plantean una escapatoria a la ausencia de lo anhelado en él. Todo se desmorona ante la negación de un revelarse de Dios o al menos de las cosas, en que su traducción pudiera hacerle justicia al evento de su peregrinaje. Nada. Incluso arriesgando el poema, la escritura y el sujeto buscan la edad adulta, el final de las aguas mezcladas y espurias, la comunión con la muerte y el desaparecer, y ni siquiera eso le es concedido. De esa forma, la imagen del Desierto lateralizada en el poema, articula una imposibilidad de la revelación al tensionar la experiencia estética en el desgarro que su camino propone, recursando la condena de vagar por el Exilio sin lugar ni morada, teniendo sólo acceso a la exterioridad, las huellas y los espejismos que otorga un lenguaje que ha cortado sus relaciones con la divinidad, el significado trascendente, el origen o la muerte. Un lenguaje que no puede nombrar a los dioses, revelar la esencia y la verdad, legando al sujeto una tradición que pervive en la traducción de ruinas y versiones de algo que se ignora, y que la literatura fantástica, la teología y la filosofía han querido nombrar confiando en la razón. Así, al poeta moderno sólo le es caro su Exilio, el tránsito entre fracasos y ausencias por el Desierto o la Prolongación del abismo que arde, ya sin promesas, más que la certeza de seguir vagando, o bien, intentar traducir.

3- Conclusión sin morada.

De las tres categorías mencionadas teóricamente desde Bloom y Luria, claramente es el Mito del Exilio la de mayor relevancia. Ya que en él y por él se desarrolla la dialéctica de la escritura como tradición o traducción, en tanto, Exilio implicado en la creación, lectura y poetización del mundo: sólo es poetizable aquello que es (en) lenguaje. Así, los tres procesos se sintetizan en una continua pérdida o renuncia a la plenitud de un lenguaje ideal, en que los signos fueran ya en la cosa y, por ende, en Dios. Si bien podría pensarse que el trabajo ha sido un exceso deificante, es casi imposible desligarse de dicha condición, al ser su aliento el motor y productor de su presencia y su escritura.

La poesía moderna, según Bloom, lee la tradición-traducción literaria recibiendo la lengua y los mecanismos de traducción. Ninguno de ellos es poesía, pues poesía es el pasar de una prometida revelación, es la inminencia de un acontecer: es encontrar alguna chispa de la Creación en el texto. Ahora bien, como modelo de producción, de historia y lectura, la teoría luriana convive con dos presiones que determinan lo huidizo de Dios o el significado trascendental (ya sin referencia); estas son el creador aplazado de su creación (Dios) y el advenimiento mesiánico de la restitución (utopía). En ese sentido, la poesía sería el vestido (o estilo) de un proceso religioso al que la eventualidad literaria responde con aplazamiento. Ni el pasado ni el futuro alcanzan a contaminar la ausencia del pasado. Ninguna presencia se revela, más que la huella que ha quedado de su paso. La poesía misma es ese paso y la huella que queda. Por ende, el poetizar es poner en fuga aquello que restituiría un orden (probablemente nunca existente) y eliminando los factores que articulan el fenómeno estético.

Como se apreció en el poema Prolongación del abismo que arde de Gustavo Ossorio, el poetizar es un exiliarse junto con exiliar al resto de las cosas del mundo. Trasponer o exiliar, es la manera de suspender la plenitud para evitar el colapso de un falsa comunicabilidad. Si la restitución aconteciera, la poesía en júbilo sería no más que onomatopeya. Por consiguiente, aunque Luria haya pretendido la restitución de los recipientes, el solaz literario implica la pulverización de los mismos: la poesía es el sentido sombrío de las cosas, es su carácter intraducible. Asimismo, si pareció pertinente la analogía con la glosa, es momento de diferenciarlas. La glosa busca clarificar o vivificar la ausencia de Dios haciéndolo presente en otro modo de su única escritura. En ese sentido, tal tradición no es traicionera. Por el contrario, la poesía moderna (especialmente la hermética) anhela el mal o el prolongar la espera de la luz perdida. La poesía moderna es como el taumaturgo que promete la revelación, a sabiendas de que no la tiene. En ella, traicionar la tradición traduciéndola erradamente, permite la ambigüedad, lo fracturado y lo oscuro, síntomas de una mala lectura que ha provocado (y aún lo hace) una educación estética en la que el placer ocurre al contemplar el fracaso, la aniquilación y las posteriores ruinas que han quedado de alguna verdad. Sólo ama lo que no tiene. Sólo tiene lo que no ama.



Notas

[1] Jorge Luis Borges: Discusión en: Obras Completas V.I. Barcelona, Emecé, 2001. Pp. 173-285.

[2] Una vindicación de la Cábala en: Obras Completas V.I. Op.Cit. P.209

[3] "El término de qabbalah, en hebreo, no significa otra cosa que "tradición" (...)La raíz Q B L, en hebreo y en árabe[3], significa esencialmente la relación de dos cosas que están colocadas una frente a otra (...)De esta relación resulta también la idea de un paso de uno a otro de los dos términos en presencia, de donde ideas como las de recibir, acoger y aceptar, expresadas en ambas lenguas por el verbo qabal; y de ahí deriva directamente qabbalah, es decir, propiamente "lo que es recibido" o transmitido (en latín traditum) de uno a otro. Con esta idea de transmisión, vemos aparecer aquí la de sucesión; pero hay que señalar que el sentido primero de la raíz indica una relación que puede ser tanto simultánea como sucesiva, tanto espacial como temporal. Esto explica el doble sentido de la preposición qabal en hebreo y qabl en árabe, que significa a la vez "ante" (es decir "enfrente", en el espacio) y "antes" (en el tiempo); y el estrecho parentesco de las dos palabras "ante" y "antes", incluso en nuestra lengua (...) , se refiere al pasado, también sucede, sin embargo, que derivados de la misma raíz designan el futuro (en árabe mustaqbal, es decir, literalmente aquello ante lo cual se va, de istaqbal, "ir hacia adelante") (...)La verdadera razón, según parece, es que la idea que ha de ponerse en evidencia sobre todo es la de una transmisión regular e ininterrumpida, idea que, por lo demás, es también la que expresa propiamente la palabra misma de "tradición", así como lo indicábamos al principio. Esta transmisión constituye la "cadena" (shelsheleth en hebreo, silsilah en árabe) que une el presente al pasado y que ha de continuarse del presente hacia el porvenir: es la "cadena de la tradición" (shelsheleth haqabbalah), o la "cadena iniciática" de la que hemos tenido ocasión de hablar recientemente, y es también la determinación de una "dirección" (volvemos a encontrar aquí el sentido del árabe qiblah) que, a través de la sucesión de los tiempos, orienta al ciclo hacia su fin y une éste con su origen" Rene Guenon

[4] Existen también versiones que hacen de la tradición un bien más antiguo. Al punto de exponer que un ángel llamado Raziel, habría entregado un libro con la sabiduría del universo a Adán en el paraíso para luego ser perdido en la caída. Además se ha relacionado a Melquisedec, con una suerte de iniciador místico de Abraham en el pasaje de su encuentro en el Génesis.

[5] Gershom Scholem: Las Grandes Tendencias de la Mística Judía. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1993. P.26

[6] Gershom Scholem: La Cábala y su Simbolismo. México, Siglo XXI, 1992. Pp. 97- 98

[7] Harold Bloom: La Cábala y la Crítica. Caracas, Monte Ávila, 1992.

[8] "Una hermenéutica diatópica nos permitiría disociar el sujeto vocacional del epistémico y, por la misma regla de tres, entender que <nuestro> canon vocacional (como sujeto vocacional) no debería ser la medida de todos los cánones (literarios como nos invitan a creer, con más frecuencia de la deseable, las historias de la literatura." Walter Mignolo: "Los cánones y (más allá de) las fronteras culturales ( o ¿de quién es el canon del que hablamos?)" en: Enric Sullá, edit: El canon literario. Madrid, Arco Libros, 1998. P.243. Hermenéutica diatópica como el contraste entre culturas, lenguajes, discursos, géneros y literaturas; contraste que supera la diferencia espacial para así instalarse también en la temporal. Por consiguiente, la hermenéutica diatópica construye los puentes entre diferentes culturas, horizontes de expectativas, preferencias estéticas y mecanismos de selección valorativa. Asimismo, la elección de discursos y lecturas sin atender a la estructuración de un sobre discurso que organice y haga legible históricamente la sucesión temporal de discursos literarios, retira a los estudios literarios de la función teórica, la función del riesgo, la función de dilucidar los conflictos del pasado: la posibilidad de construir y estabilizar el pasado.

[9] Hugo Zambelli: 13 poetas chilenos. Valparaíso, Ediciones Roma, 1948. P.72.

[10] Gustavo Ossorio: Presencia y Memoria. Santiago de Chile, Imp. Ahués, 1941

[11] Gustavo Ossorio: El Sentido Sombrío. Santiago de Chile, Imp. Ahués, 1948.

[12] "Diríase que allí el poeta iba a permanecer, tal si su muerte hubiera sido presentida, porque más allá de supuestas obscuridades había en su poema un hálito abrasador y, sobre todo, tierno. Ahondar en su poesía es encontrarlo definitivamente vuelto hacia su sangre, ganando siempre alcurnia desarrollando siempre honrados movimientos. En su producción estaba la voz potente que su garganta no podía emitir, cercado, como estaba, de inusitada muerte, aunque él la sintiera helar sus venas y sus huesos. Por eso su lógica penetrándose en subterráneos aconteceres." Victor Castro: Poesía Nueva de Chile. Santiago de Chile, Zig-Zag, 1953. Pp. 129-130.

[13] "Antes de examinar las nuevas generaciones debemos recordar a un poeta que murió prematuramente y cuya obra constituía una alta promesa; aludimos a Gustavo Ossorio. No nos parece que logró expresarse plenamente, pero ello es de poca importancia, pues lo que escribió, a pesar de que aparece proyectado hacia una variedad de horizontes (cosa que tiene que suceder cuando se encuentra el ser en proceso de desarrollo), revela gran poder de experiencia subjetiva, una capacidad de compenetración elevada en el sentido emocional de los estados de ánimo, lo que le permite siempre llegar a un pensamiento sentido. Aunque su obra es escasa ella tiene una clara importancia en el movimiento que estamos tratando de abarcar." Jorge Elliott: Antología crítica de la Nueva Poesía Chilena. Santiago de Chile, Publicaciones del Consejo de Investigaciones Científicas de la Universidad de Concepción, 1957. Pp. 126-127.

[14] "Como otros poetas, tuvo por compañía, durante largos años una enfermedad irremediable. Fue su sombra secreta, y lentamente limitó sus pasos. Inclinado hacia el abismo o abrasado por la fiebre, vivió constantemente sus llamaradas interiores como "muerte encendida", "naufragio lento" y "violenta espera''. Poesía de luces y obscuridades. Lazos espirituales y terrestres donde la emoción es una nube encendida por el sol o por el hálito de la muerte." Francisco Santana: Evolución de la Poesía Chilena. Santiago de Chile, Nascimento, 1976. P.96

[15] Hugo Zambelli: 13 poetas chilenos. Op. Cit. P.72.

[16] Gershom Scholem: La Cábala y su Simbolismo. Op.Cit.

[17] Habría que aclarar que Adán Kadmón como hombre arquetípico, fue el vehículo de emisión de los rayos de luz divina (especialmente por sus ojos descendió el resplandor).

[18] Harold Bloom: La Cábala y la Crítica. Op.Cit. P.82.

[19] "Lo que tiene lugar es una continua renuncia de sí mismo, tal como se es en el momento, en favor de algo más valioso. El progreso de un artista es un continuo autosacrificio, una continua extinción de la personalidad." Thomas Stearne Elliot: Los poetas metafísicos y otros ensayos sobre teatro y religión. V.I. Buenos Aires, Emecé, 1944. P.16

[20] Diferenciarse espacial y temporalmente diferir.

[21] Dios como significado es la muerte de aquello humano, y como el peso de quién míticamente entregó la capacidad de nombrar, a saber, poetizar. Relacionada a esta reflexión se puede plantar que la entrada del sujeto en la poesía (poema) es un exilio y, en términos modernos, el correr el peligro de desaparecer (ya sea borrándose o desinencializándose).

[22] Harold Bloom: La Cábala y la Crítica. Op.Cit. Pp.52-53.

[23] "Es evidente que su causa remota es el concepto de la inspiración mecánica de la Biblia. Ese concepto, que hace de evangelistas y profetas, secretarios impersonales de Dios que escriben el dictado... (Ese preciso cumplimiento en el hombre, de los problemas literarios de Dios, es la inspiración o entusiasmo: palabra cuyo recto sentido es endiosamiento.)" Una vindicación de la Cábala en: Jorge Luis Borges: Obra Completa V.I. Op.Cit. P.209

[24] Thomas Stearne Elliot: Los poetas metafísicos y otros ensayos sobre teatro y religión. V.I. Op.Cit. P.13

[25] Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos en: Walter Benjamin: Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Madrid, Taurus, 1998.

[26] Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos en: Walter Benjamin: Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Op.Cit. P.74.

[27] Martin Heidegger: Hölderlin y la esencia de la poesía. Barcelona, Anthropos, 2000.

[28] Los dioses han hablado a los hombres y comenzado el diálogo, de ellos la necesidad de que existan en el lenguaje con un nombre poético, un nombre verdadero.

[29] "No obstante, si la única forma de tradición, de transmisión, consistiese en seguir los usos de la generación inmediata anterior a nosotros en una ciega adhesión a sus éxitos, "la tradición" debería, sin duda alguna, ser combatida" Thomas Stearne Elliot: Los poetas metafísicos y otros ensayos sobre teatro y religión. V.I. Op.Cit. P.12.

[30] Jorge Luis Borges: Obra Completa V.I. Op.Cit. P. 457.

[31] Harold Bloom: La Cábala y la Crítica. Op.Cit. P.102.

[32] Thomas Stearne Elliot: Los poetas metafísicos y otros ensayos sobre teatro y religión. V.I. Op.Cit. P.22.

[33] Harold Bloom: La Cábala y la Crítica. Op.Cit. P.105.

[34] En la transubjetividad (casi transubstanciada) que permite que lo indiviso o individual reconózcase en la mismidad de lo otro, de lo próximo o prójimo, quizás estableciendo una posible relación con el concepto de pueblo, como sustento del lenguaje de la boca, el lenguaje hollado (para hospedar) por el aliento creador poético.

[35] La muralla y los libros en: Jorge Luis Borges: Obra Completa V.II. Op.Cit. P. 13.

[36] Gastón Bachelard: La Poética del Espacio. México, Fondo de Cultura Económica, 1997.

[37] Gastón Bachelard: La Poética del Espacio. Op.Cit. P.28.

[38] Gustavo Ossorio: El Sentido Sombrío. Santiago de Chile, Imp. Ahués, 1948. Pp. 59-60.

[39] Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos en: Walter Benjamin: Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Op.Cit. P.73.


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