diciembre 24, 2006

Simbolismo del epitalamio en Ibn 'Arabi y San Juan de la Cruz

Simbolismo del epitalamio en Ibn 'Arabi y San Juan de la Cruz [1]

David Villagrán Ruz
 

            Si hemos revisado hasta aquí, el tema de la realización mística y la escritura de su experiencia, desde la perspectiva del pensamiento metafísico, es porque en esta investigación consideramos que no hay en otro pensamiento una comprensión del símbolo tal. Además, al constituir metafísicamente la experiencia mística una realidad 'negativa' de acuerdo a la condición inicial del hombre, frente a la problemática de 'expresar lo inexpresable', no tenemos más que dos posibilidades: o usar términos en forma negativa o recurrir al símbolo.

            Por otra parte, la admisión del sentido simbólico de un texto no equivale al rechazo de su significación histórica o literal, pues desde la analogía, cada cosa traduce, en su orden de existencia y según su propio modo, el principio metafísico que es su profunda razón de ser, reunido en el símbolo. [2]

            De esta forma, no es la intención de este trabajo negar el contexto histórico ni la pertenencia de estos textos a sus tradiciones literarias correspondientes, sino rescatar de la realización mística, y sus particularidades en cada autor, la recurrencia en el símbolo del epitalamio que hay en su obra, como representación de la síntesis del hombre (amante) en Dios (amado).

 

a) Símbolo del epitalamio en Ibn 'Arabi.

 

            Pablo Beneito observa que, en la obra de Ibn 'Arabi, "Estamos ante una escritura contemplativa que se presenta como hermenéutica de la Palabra divina, ya sea en el eterno Corán increado, en el Corán escrito, en el Corán macrocósmico de la Existencia o en el Ser humano, su epítome microcósmico" [3], escritura que además considera, en palabras del propio Ibn 'Arabi que "el verso… es 'por excelencia' el dominio donde se cifra el símbolo ('ramz') y se desentraña el enigma ('lugs') de las cosas, velando el poema a quienes le son ajenos aquello mismo que revela a quienes pueden desentrañar sus enigmas" [4].

 

a.1) Amante y Amado

 

La relación entre el 'amante', representado por el 'místico' y el 'amado' representado por Allah, camino a la síntesis del primero en el último, exige la comprensión del iniciado de su condición 'divina' a partir de la 'negación' de su condición de 'otro' en relación al 'principio'. Esta 'negación' o 'aniquilación' del 'yo' de acuerdo a Ibn 'Arabi, estriba en un nivel de conciencia, derivando la razón propia del yo, a la intelección de la realidad, a la vez oscura y amorosa de Allah, por medio del 'centramiento' de la naturaleza 'humana' en la ipseidad ('si mismo').

En vista de esta observación, el amante representa el 'tálamo nupcial' [5] donde se 'revela el Verdadero', realidad desconocida desde la individualidad. Cosa que confirma la 5ta estrofa: "Si vieras en Su amor, desde ti mismo/ podrías contemplarlo siendo tú" [6]

La realidad del 'amado' es comprendida como "verdadera pasión" pues Allah representa que "el deseo es causa del deseo" [7], es decir, el origen y la confirmación "Pues sólo a sí mismo el amante ama" [8], de toda su creación, la cual "No cesa […] de renovarse/ a cada instante alzándose de nuevo"[9] , por las mismas características que se le exigen al amante en su condición: constancia y persistencia.

El amante es parte de esa creación, pero en la posibilidad de conocer esa ipseidad, es parte privilegiada [10] que debe cumplir con ciertas condiciones: primero, "¡El secreto preserva y no divulgues/ aquello con lo cual te ha distinguido [Dios]!", segundo, mantener la condición de siervo: "[…] de Él por ella te distingues" [11],  y tercero, ir hacia Él sólo por Él, por tanto "quien a nosotros atribuye el ser,/ tal es, por el contrario, quien merece/ mayor enemistad" [12], verdadero viaje nocturno que mediante los dones de la develación, la visión [13], el pudor[14] y el conocimiento de Dios a través de sus atributos, conduce al estado de proximidad.

 

a.2) Unión o epitalamio.

 

La unión, como lo acabamos de notar, se encuentra en el estado de proximidad [15].

Es el único precepto entre los mandatos revelados que todas las almas en mayor medida ansían, "Cualquier precepto acogen a disgusto/ con excepción de aquel en que se ordena:/ ¡Ven, novia mía! ¡Entra en Mi Jardín!"[16] .

Es también la presencia del secreto en el corazón al ocultarse la estrella de la negación: "por el misterio del Señor mudóse/ el corazón;/ del cuerpo todo rastro/ de sentido perdí, quedando ausente" [17] dejando a los sentidos en la perplejidad.

Pero en vista de que la unión es imposible estando el alma unida al cuerpo; dice Ibn 'Arabi, sobre el cuerpo como sombra y el espíritu como luz: "Cuando en su misma esencia/ su sombra se repliega,/ se oculta del estado de existencia" [18]); solo siendo posible dicha unión, cuando la sombra quede inactiva, es decir, después de la muerte ("La vida entera, toda está en mi muerte" [19]). La virtud del estado de proximidad representa sólo la continuidad de la síntesis, por medio del pacto [20] que permite al amante mantener la 'promesa', y acudir al llamado del amado ("El puede disponer/ según Su voluntad en mi existencia; Él hace lo que quiere libremente").

Pues el estado de proximidad es la comprobación del secreto en el alma, por el cual ésta transmuta su capacidad de 'conocer', volviendo del encuentro, renovada y llena de la sabiduría divina. Esta comprensión de los atributos divinos en el amante [21], surge por medio de los dones, como ciencia de la lectura (entendimiento de los enigmas) y escritura (cifra y explicación simbólica) del amado en toda su creación, experiencia sintetizada en el poema "El Arca y las aguas del Trono" [22].

 

b) Símbolo del epitalamio en San Juan de la Cruz.

 

            Introduciendo la escritura de San Juan, notemos algunos aspectos de ella a los que se refiere Jorge Guillén, en "Lenguaje insuficiente. San Juan de la Cruz o lo inefable místico"[23] . San Juan intenta - como también lo indica López-Baralt - expresar poéticamente su experiencia, en un lenguaje falible o insuficiente. Guillén argumenta que el santo apela entonces al 'rodeo poético' y mediante 'figuras, comparaciones y semejanzas' sugiere algo de los 'secretos y misterios'. "La poesía habrá de resolverse, pues, en el lenguaje figurado: comparación, metáfora, símbolo" [24] rebasando sus límites intelectuales.

            San Juan se ubica por humildad en la posición de que "Ninguna necesidad tiene para ser perfecto [el alma] de querer cosas sobrenaturales por vía sobrenatural, que es sobre su capacidad" [25], pero a juicio de Guillén, "San Juan la comprendía a su modo [su experiencia] y no vaciló en lanzarse por esa vía sobrenatural", eso si, ajustándose a su profundización de la doctrina.

Contradicen este respecto, en su Subida…, que ni las revelaciones son aceptadas con gusto: "es más preciosa delante de Dios una obra o acto de voluntad hecho en caridad que cuantas visiones pueden tener del cielo,  pues éstas no son mérito ni de mérito" [26] y "todas las visiones, revelaciones y sentimientos del cielo… no valen tanto como el menor acto de humildad" [27], decidiendo su rechazo: "esto puede estorbar mucho para ir a la divina unión,  porque aparta mucho al alma, si hace caso de ello, del abismo de la fe, en que el entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no por mucha razón" [28].

Y avala en el mismo tratado, lo concerniente a la parte provechosa de los bienes espirituales que pueden caer en la voluntad [29], que es el uso provechoso de las imágenes (que no son los 'ídolos' a los que se referirá al final del tratado). Estas imágenes, también caben en la memoria, por lo que vale acordarse de estas cosas sólo para poner el espíritu en 'motivo de amor', que es cuando se recuerda como la primera vez que se comunicó y hay levantamiento de la mente en Dios [30],  Dice San Juan: "Estas figuras que hacen los tales efectos, están asentadas vivamente en el alma; que no son como otras imágenes y formas que se conservan en la fantasía; y así, no ha menester el alma ir a esta potencia por ellas cuando se quisiere acordar, porque ve que las tiene en sí misma, como se ve la imagen en el espejo" [31]. Esta salvedad se comprueba en el Cántico… [32]

Esto nos conduce a una especial forma de abordar el sentido simbólico de su poesía, ya no de acuerdo a las falencias del lenguaje 'insuficiente', sino de acuerdo a estas últimas imágenes. Tampoco haremos, como Guillén,  la distinción total entre la constitución del poema y la experiencia 'pre-poética' (aunque no consideraremos la influencia de la tradición lírica del siglo de oro: poesía amorosa pastoril y sus tópicos, además de la más directa que reposa en el "Cantar de los Cantares" bíblico), ya que nos hemos propuesto precisamente ver la continuidad de la experiencia 'mistica' en la poesía, específicamente a lo que respecta al simbolismo del epitalamio.

 

            b.1) Amada y Amado

 

En primer lugar, en los poemas de San Juan, el lugar del amante, es representado por la realidad del alma, de ahí su condición de 'Amada', que en su nominación femenina, representaría la conjunción de los principios contrarios 'activo' (Amante); quien realiza la búsqueda y cumple con las condiciones para el encuentro; y 'pasivo' (Amada), quién desde el vacío y la oscuridad de la fe, recibe el encuentro del 'Amado'. Esta característica es propia del camino propuesto por San Juan en su Subida… además de constituir un punto verdaderamente original de su escritura.

La amada, representa el 'alma', que no es directamente 'sí mismo' (como conciencia de la ipseidad divina), sino solamente, 'la parte superior' (espiritual) del hombre, diferenciada de su 'parte inferior', (sensible).

El encuentro del amado, por parte del 'místico' estriba, en primer lugar, en su purificación de toda realidad sensible por medio de lo que San Juan denomina 'Noche oscura del sentido'; y en segundo lugar, en la purgación de toda voluntad (espiritual o sensible), mediante la 'Noche oscura de la voluntad', con la finalidad de hallarse en un estado de receptividad.

El 'sí mismo' ("quien yo bien me sabía/ en parte donde nadie parecía") posee el carácter de contención del amado, marcando el límite de adentro y afuera, operando desde el vacío y por la fuerza de la fe, "estando ya mi casa sosegada", es decir, armonizadas las potencias del ser en la identificación con Cristo en cuanto avanza la amada "oscura pero segura" hacia el epitalamio.

Pero la fe, en tanto, oscuridad, también es pasión (seguridad), "ansias en amores inflamada", y desde la acción sin deseo (que representa la búsqueda por parte de la amada) mueve a su síntesis en el amado, transformación que ocurre 'en secreto' y sin otra guía que la del corazón.

Este último, luego del encuentro, que trataremos en el siguiente punto, se habrá convertido en la 'llama de amor viva' que representa la síntesis ya realizada, es decir, la presencia central de la voluntad divina en el 'sí mismo', el "mas profundo centro" del alma.

El amado, en tanto, es representado como guía de la amada mediante transformaciones que va operando en ella y que están en directa relación con sus encuentros, cosa  muy apegada a la profundización de la doctrina que esgrime San Juan en sus tratados y en especial en la Subida…

 

            b.2) Unión o epitalamio.

 

El encuentro, presente primero en 'Noche oscura', nos muestra la suspensión de la 'parte inferior' de la amada, quedando los sentidos en 'olvido'. En el Cántico… a su vez, comienza en el regreso del amante ('incorporación') de aquel encuentro inicial descrito solo por el silencio.

La transformación que ha tenido lugar en la amada, esta representada por su revelación de la creación 'también transformada': en su hermosura se reconocen las huellas del paso del amado (estrofas 4 y 5), a la vez que diferentes formas de la creación representan sus atributos (estrofas 13 y 14) [33].

También es importante la conciencia de la amada de encontrarse en un estado intermedio de síntesis, representado por la agonía y el robo que reclama al amado (estrofas 8 y 9).

Ambos sugieren un reparo en la doble condición del hombre como símbolo del todo, presente en el uso de la voz 'vida'. De acuerdo a estos versos, entendemos que la amada participa tanto de la manifestación (existencia), como de la no manifestación ('principio'), pero se pregunta, después de su primer encuentro, por esa posibilidad 'increada' de 'vivir', a la cual sólo puede acceder mediante la muerte. Esta condición intermedia esta caracterizada por la 'emergencia' del amado en su naturaleza, de ahí que 'lo que del Amado 'conciba' en ella, sean verdaderas flechas, y su corazón este llagado.

 En tanto que el encuentro representado en el Cántico... repite en un primer momento la experiencia de 'olvido' ("ya cosa no sabía,/ y el ganado perdí que antes seguía."), además, representa tres nuevos aspectos: primero, el pacto ("allí le prometí de ser su esposa"); el 'conocimiento' del Amado ("Allí me dio su pecho/ allí me enseño ciencia muy sabrosa"), que implica la participación de la esencia divina (pecho > corazón) en el alma, además del recibimiento de la ciencia divina; y el ejercicio o practica sólo de la voluntad del amado (el amor). Méritos que la llevan al desposorio en el huerto del amado.

La unión de los amantes consiste en la reparación por parte del amado, de la violación de la amada que significó el pecado original, en directa relación con el rompimiento del 'estado primordial' (de pobreza y simplicidad, 'inmortalidad' desde la tradición judeocristiana) por probar el fruto del 'árbol de la ciencia' (manzano) y con ello entrar en el dominio de la separación (bien y mal), opuesto al dominio de la unidad [34]. En este mismo sentido el decreto del amado sobre la manifestación (representada por las criaturas, elementos y el canto) a respetar el sueño de la amada tras el muro (límite), estancia del dominio de la no manifestación.

El epitalamio representa el término del desplazamiento de la amada desde la espiritualidad contenida por la parte inferior, hasta el abandono de ésta en la unión, verdadero 'conocimiento' sintético del amado como realización del amor (voluntad divina).

De esta forma, en su culminación, la experiencia se muestra doblemente rica: primero, el alma, como 'sí mismo', 'blanca' paloma torna hacia el 'arca' (principio) como símbolo de ipseidad, y luego, el alma, como espíritu amante, 'tortolica', que halla a quien desea en la ribera, es decir, de vuelta a la manifestación. Los amantes se separan cada uno a su soledad, pero ahora el amado también se encuentra herido.

La unión final, representada en el poema 'Llama de amor viva', no dolerá ni dará pena, pues simboliza al santo transmutado, en las postrimerías del abandono total de la 'parte inferior' .

 

 

II. Identidad del amado, identidad del amor.

 

            Luego de revisar el simbolismo del epitalamio en la poesía de Ibn 'Arabi y San Juan de la Cruz, nos proponemos orientar una comparación en términos de la realidad del amor que representan,  para la comprensión de una 'doctrina de amor'.

Así como el pensamiento metafísico intenta unificar sus contextos tradicionales desde la correspondencia de sus símbolos, nosotros intentemos esta unificación como renuncia a una alteridad desde la correspondencia de sus amados. Esta correspondencia será posible en la medida que podamos clarificar su identidad mediante el conjunto de aspectos que hemos observado en la realización del símbolo epitalámico.

 

a) Comparación de la realización simbólica del epitalamio en Ibn 'Arabi y San Juan de la Cruz.

 

a.1) Confluencia.

 

a.1.1.) El abandono del cuerpo, olvido y perplejidad para los sentidos.

 

            Aunque ya ha sido notado implícitamente en el desarrollo anterior, destacamos la incapacidad de responder que tienen los sentidos ante la presencia del 'amado'. En Ibn'Arabi, lo hemos puesto de manifiesto con las citas a los poemas III y IV, pero podríamos agregar "Pues su discurso nuestra escucha excede/ y no tiene en nosotros impresión,/  no basta la audición para captarlo" [35],  y "Su encanto resguardamos de los ojos/ como protege al árbol la corteza" [36]. Del mismo modo, en la poesía de San Juan, los sentidos no alcanzan el lugar privilegiado al vacío de la amada, operando sus transformaciones el encuentro, sin que haya memoria de sensaciones. [37]

            Ahora, los sentidos, en el retorno, ('incorporación'), atestiguan la presencia del amado en la distancia de la creación. Esta última, se vuelve un conjunto de símbolos que sugieren de los atributos divinos.

            El mantenimiento de esta capacidad contemplativa y de conocimiento de la realidad trascendente, logra la conciencia de una certeza: la muerte como antesala de una síntesis continua.

 

a.1.2) Roles del secreto y el corazón.

 

            La conservación del secreto en la relación de los amantes, no es exclusiva de la poesía 'mística', sino que también está presente en la lírica del amor cortés [38]. Podríamos decir que su rol en el encuentro transformante no se distingue mucho de aquel: ambos cumplen con la fidelidad y con la mantención en la interioridad de tal relación, incluso, nos aventuramos a decir que hay un rol social también en el secreto místico en cuanto a la reserva de todo lo que respecta a las 'noticias gozosas', visiones, y revelaciones. (En este sentido, la 'Ley del arcano'[39] en el contexto del sufismo, y las reservas de San Juan a discurrir más allá de lo poetizado, visibles en sus comentarios y en sus dichos. Reservas que nos dan a entender una conciencia de que el dar noticia de estas experiencias podrá representar un riesgo ante las autoridades confesionales.)

El secreto 'místico' pone en relieve la distinción interior / exterior [40],  guarda tanto la soledad de los amantes como las noticias de un amor divino, (del cual un amor 'profano' sólo puede significar un símbolo necesario, como los ídolos, al menos en el contexto del Islam), y su lugar es el corazón que no conoce deseo pues está vacío y reservado al amado en la oscuridad.

            El corazón actúa como representación del centro del ser, en su parte 'superior' e 'inferior', y tal como a esta última le corresponde el deseo natural, a la primera le corresponde el lugar del 'si mismo' como sustancia del alma y núcleo trascendente operante de la síntesis. En Ibn' Arabi es el órgano de la contemplación [41], lugar del tiempo eterno [42], llama que también San Juan acusa.

             

a.1.3) Dádivas divinas y transformación de la creación.

 

            En cada encuentro de los amantes, tanto se desprende el 'mistico' de su condición como se prende del amado, disminuyendo así la distancia y acrecentando la certeza. Las dádivas divinas representan el calco de los atributos del amado en el amante y el progreso en la síntesis del último en el primero. Son dones, la revelación de la creación, la sabiduría y la instancia del real conocimiento del amado.

            Mediante los dones o dádivas divinas, San Juan va progresando en el conocimiento del amado:  acude a su 'primer' encuentro sin auxilio de los sentidos, en plena oscuridad pero seguro, (Noche…), luego (Cántico…) obtiene la ayuda de la creación y casi podríamos decir, que es iniciado por el amado en sus misterios como requisito para la unión.. Ya tras el encuentro, la certeza, tal como aprecia Ibn 'Arabi, es una lámpara [43], o una llama "que a vida eterna sabe,/ y toda deuda paga".

Entre la negación total de los sentidos y la apertura a la creación está la primera 'herida' (Noche… 7), que pronto, se reabrirá con numerosas flechas hasta tenerle en agonía entre dos vidas, que finalmente son comulgadas en "la cena que recrea y enamora". Ya recibido al cuerpo, es el turno del vino: ciencia del pecho amado, y sabrosa institución del amor son las ceremonias que preceden al 'summum' que representa el matrimonio, y su silencio consumado. Ya no hay distancia entre el Amado y su manifestación, hay soledades paralelas, y heridas, que se vuelven a encontrar en la naturaleza: en el río, la espesura, en la piedra, en sus frutos, incluso en lo profundo de sus elementos.

En Ibn 'Arabi, encontramos poemas especialmente dedicados a estos dones, donde estos, de acuerdo a su escritura, son desarrollados desde el símbolo,  de ahí su mayor abstracción. Así encontramos por ejemplo, la visión [44] ("Aquel que todo ve es quien te ve / en ciencia y entidad cuando Le ves"), el don de la develación [45] ("La dádiva divina/ consiste en descubrir el mismo velo/ con cuyo encubrimiento/ la esencia de los dones se ha cifrado"), la unidad ("Tal es la situación si bien lo entiendes:/ Si eres en Él,  entonces eres tú." [46]) y la alusión ("[…] es un tanto acercarse/ como un distanciamiento" [47]); estos dones, permiten a su vez, el conocimiento de Allah y el desarrollo poético de sus atributos.

La creación, sin embargo, aparece en distintos momentos rodeando el encuentro de los amantes, por ejemplo, en el poema XXXIII "El pacto", acaso el poema más tradicionalmente lírico que desarrolla el epitalamio, y también el poema XVIII "El amor original y la génesis del cosmos", como escribe Pablo Beneito [48], verdadera 'erogénesis' del universo.

 

a.2) Particularidad.

 

a.2.1) Consideración del conocimiento divino.

 

            Ahora, como principal particularidad, se ha puesto en evidencia de acuerdo al desarrollo anterior, la consideración del conocimiento divino por parte de Ibn 'Arabi, reflejo de su particular realización de la vía.

            La unión divina toda depende de un conocimiento esencial de Allah. En primer lugar, el encuentro es con sus velos, sus signos, su cifra. La existencia en su condición completa depende de una aniquilación profunda,  que permita la 'emergencia' de la 'ipseidad' totalmente limpia desde la revelación como Alcorán interno.

            Si el énfasis es puesto en la aniquilación del 'yo' esta conciencia profunda no aflora, en tanto, permanece velada por el encuentro con los límites de una individualidad que se pone como origen de su deseo.

            En la medida que la 'ipseidad' hace presencia, se hace posible acceder a los dones divinos de acuerdo a los grados de ascensión, o grados de existencia realizados. El progreso esta determinado por la adecuación de esta inteligencia al espíritu, por medio de la contemplación, a los velos de Allah, que sólo Él irá retirando en tanto su amante se vaya haciendo semejante.

            Este conocimiento es catalogado de 'puro', a la vez que se afirma en la idea de Allah a través de una 'ciencia sagrada', por la cual el 'mistico' accedería a una relación con la naturaleza, análoga a la divina, de ahí la presencia de la sobrenaturalidad en su dominio. Podemos afirmarlo mediante esta cita del Tratado de la luces:  "En una de las estaciones de la confianza plena se verificarán en ti cuatro carismas: plegar la tierra bajo tus pies, caminar sobre el agua, atravesar el aire y alimentarte del universo. A esto se le llama realidad en estas consideraciones." [49]. La función del 'Shaik' cobra especial relieve como guía del iniciado ante estas circunstancias.

            San Juan, en tanto, en su Subida… pone de manifiesto todo el esfuerzo que debe realizar el amante en su vaciamiento de todo apetito y aprehensión, incluso espiritual. En reemplazo del entendimiento, la memoria y la voluntad, se han de lograr fe, esperanza y caridad, poniendo todas las potencias de la amada a disposición del amado para lograr la síntesis, representada por la sujeción completa al amor, mediante la pobreza y la simplicidad.  Estas condiciones exigen además la negación de los carismas y cualquier experiencia relativa que sobrepase la naturaleza del 'mistico'.

           

a.2.1) Carácter de la negación.

 

            La aniquilación profunda, postulada por Ibn 'Arabi, pone el mayor énfasis en la conciencia de la ipseidad, puesto que nada existe sino el amado, por tanto, nada puede dejar de existir; por esto, quienes postulan que la gnosis es una consecuencia de 'el-fana' y de 'fana el-fanai' (la extinción de la extinción), son catalogados de idólatras [50]. La aniquilación que pone énfasis en la dimensión de 'criatura', crea un velo, representado por todas las formas que toma su deseo, y malentiende la contemplación en tanto espera de la gnosis una teomorfosis (un 'volverse Dios') cosa imposible y errada, a diferencia de la síntesis como 'descubrimiento'.

            Al contrario de el esfuerzo anteriormente observado, el cuerpo, debe ser 'domado', para que sus potencias contribuyan simplemente no sintiéndose. [51] De ahí la elevación del deseo a la inacción, la poca importancia del ayuno y las mortificaciones [52]. Lo mismo ocurre con la consideración hacia la realidad de los sentidos. Estos deben 'refinarse' espiritualizando sus percepciones, participando del 'alto intelecto',  solamente de esta manera se explican estos versos}. "y el mar de la proximidad crucé,/ hasta que vi de modo manifiesto,/ a Quien no nombro" [53], que parecería, entran en contradicción con lo apreciado en el primer punto de la confluencia (a.1.1), salvo por el hecho de manifestarse esta capacidad sólo en el grado, como esta expresado, en que se atraviesa la proximidad.

 

a.2.2) Cualidad de la revelación

 

            Para el Cristianismo, el Verbo, se hace manifiesto al hombre por amor, mediante su Hijo, Jesucristo, quien encarna la palabra de Dios, es decir, constituye su revelación en vida y obra. Todo el Antiguo Testamento no es conservado sino como testimonio del advenimiento de esta manifestación. De esta manera Cristo representa a los cristianos lo que el Corán para los musulmanes.

            Las enseñanzas de Cristo constituyen una doctrina centrada en el Amor, verdadera 'buena nueva' confirmada en la pasión como completa sujeción a la voluntad del Padre, y cumplimiento de su mandato, y consumada en la resurrección y en el asentamiento del espíritu santo en la tierra.

            Por dichas enseñanzas y obras, Cristo, la revelación, indica un camino a seguir que constituye la doctrina, basada en un solo principio: seguir la voluntad del padre, es decir, adecuarse al amor. De ahí los mandamientos pronunciados por Cristo "ama a Dios por sobre todas las cosas" y "ama a tu prójimo como a ti mismo".

Estos mandamientos, unidos a la pobreza en espíritu y la simplicidad, condensan la ética que concuerda con cualquier marco jurídico-religioso, y que en especial constituían una reforma a la doctrina del judaísmo junto con los sacramentos. Pero sobre todo, componen el cuerpo de la propia doctrina.

            El conocimiento de dicha revelación no tiene una intención especulativa, sino práctica, incluso en lo que representa ya instaurada la Iglesia, por el mismo carácter que represento la vida de Cristo.

            De esto se desprende que la profundización de la doctrina por parte de San Juan, no ponga relevancia mayor en lo concerniente al conocimiento de Dios, sino por influencias neoplatónicas (es decir del Pseudo-Dionisio, o 'San Dionisio' por ejemplo) y como profundizaciones personales de los misterios representados por simbolismo de la doctrina. Esto por ejemplo, lo observamos en la presencia de Cristo en los poemas mayores, y en el marco de este trabajo, en especial la parte central del Cántico…, que profundiza en los símbolos de la eucaristía.

            Notemos además algunas diferencias importantes que implica dicha cualidad de la revelación cristiana..

De acuerdo a lo planteado por F. Schuon [54], si la idea de unidad constituye para el Islam el soporte de toda espiritualidad además de su aplicación social, en el Cristianismo no es así, pues no ha tenido jamás aplicación social en el sentido completo de la palabra: "Nunca se ha integrado enteramente en la sociedad humana; bajo la forma de Iglesia, se ha plantado sobre los hombres, sin anexionárselos mediante la asignación de funciones que les hubiesen permitido participar más directamente en su vida interna"[55] . A diferencia de lo que ocurre en el Islam, donde "todo hombre es su propio sacerdote, por el simple hecho de ser musulmán [además de tomar el lugar de]  patriarca, el 'imam' o califa de su familia, la cual es el reflejo de la sociedad islámica entera." [56]

El reproche de los musulmanes al Cristianismo va en esta dirección, pues, el no contar con un libro equivalente al Corán (un libro único para doctrina y ley, escrito en el lenguaje mismo de la Revelación), ellos ven en la pluralidad de los Evangelios y de otros textos del Nuevo Testamento, la señal de una división, agravada por el hecho de no conservarse en la lengua de Jesús, sino en una lengua no semítica.

En tanto, el reproche de los cristianos al Islam, se centra en la condición de 'simple mortal' del Profeta, y su posición de intermediario, cosa que no es tan simple como parece. Pues Muhammed, es soporte de la revelación al igual que la Virgen. Ambos representan la encarnación de una creación anterior, y una existencia humana prístina, como 'norma sublime' [57].



Notas


[1] Fragmento de mi tesis de grado: "Identidad del Amado, Identidad del Amor": Estudio simbólico del epitalamio en la poesía de Muhyiddin Ibn 'Arabi de Murcia (1165 – 1240) y San Juan de la Cruz (1542 – 1591) para la comprensión de una 'doctrina del amor'. Vínculo: http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2005/villagran_d/html/index-frames.html   Los textos aludidos constituyen el anexo posterior.

[2] Aspecto que trata Guénon en su obra anteriormente citada, El simbolismo de la cruz, mostrando el doble sentido, metafísico e histórico de la muerte de Cristo en la cruz.

[3] Pablo Beneito, Op. Cit. P. 65.

[4] Ibn 'Arabi, Las contemplaciones de los misterios. Murcia: 1994, Cap. IV. P, 41. Citado en Idem. Ibid.

[5] Poema XIX "La unidad del amor una única esencia", en Pablo Beneito, La taberna de las luces, p, 28.

[6] Idem, Ibid.

[7] V, "Versos aislados", estrofa 8, en Idem, p,11.

[8] Poema XIX, Idem, p, 28.

[9] XXIX "No cesa su creación de renovarse", Idem, p, 40. Y en el mismo sentido, XVIII "El amor original y la génesis del cosmos" p, 27.

[10] "Tal Waçil [quien ha alcanzado la realidad], no ha llegado a un grado tan sublime antes de haber visto que sus atributos son los atributos de Allah, y que su ser íntimo, es el ser íntimo de Allah, sin ninguna transformación de atributos o transustanciación del ser íntimo; sin ninguna entrada en Allah, o salida de Él". Ibn 'Arabi, Tratado de la Unidad. P. 36. En el mismo sentido, XXV "Con un secreto he sido distinguido",  Idem, p, 36.

[11] XXII "La gracia que todo lo comprende",  Idem, p, 33. Refiérese al hombre en su condición de existente.

[12] X "Don de la develación", Idem.  p,18

[13] XI "La visión" Idem. p,19.

[14] VII "El pudor" Idem,  p, 13.

[15] III "Llegado a su presencia": "Quienquiera que aspirase/ a unirse con Mi Ser/ a lo imposible aspira". Idem, p, 8.

[16] XIII, "Cualquier precepto acogen a disgusto", Idem. p, 21.

[17] IV "Pleamar", Idem, p, 9.

[18] XXIX "No cesa su creación de renovarse", Idem, p, 40.

[19] X "Don de la develación", Idem, p, 18

[20] XXXIII. 'El Pacto', Idem. p, 45.

[21] En la vida de Ibn 'Arabi, representados en su contemplación del Trono divino y su calidad de Sello Muhammadiano.

[22] XX, Idem, p, 29.

[23] En Jorge Guillén, Leguaje y Poesía, Algunos casos españoles,  1962,  Madrid,  Ed. Revista de Occidente. Cap. III. Pp, 95-143.

[24] Idem. p, 110.

[25] Subida del Monte Carmelo, 2,  XXVII, 6.

[26] Idem, 2, XXII, 19.

[27] Idem, 3, IX, 4.

[28] Idem, 2, XXIX, 5.

[29] Idem, 3, XXXV.

[30] Idem, 3, XIII, 5 – 9.

[31] Idem, Ibid.

[32] Esta presente esta consideración acerca de las imágenes, en las estrofas 11 y 12,  en tanto el espíritu debe apartarse de ellas cuando se dibujan en las entrañas (a diferencia de cuando proceden del 'sí mismo') gracias a la negación de estas, Cristo emerge (ciervo vulnerado) desde lo alto (otero) y se refresca (precisamente con el vuelo del espíritu que se aleja de ellas).

[33] Este reconocimiento de lo sensible desde Dios, contrasta con la reserva hacia los sentidos presente entre sus tratados, y en especial, en la Subida…

[34] Representado por el símbolo del árbol de la vida.

[35] En, Pablo Beneito, La Taberna de las luces. Poema XII "El discurso divino", p, 20

[36] Pablo Beneito, La Taberna de las luces. Poema IX "Si a la luna…". p, 16

[37] En este sentido la contrición en la estrofa 11, y la corrección de la segunda parte de la estrofa 10, del Cántico...

[38] Para ahondar al respecto al menos en el marco del Islam, ver Ibn Hazm e Ibn 'Arabi de Murcia, amor sagrado y amor profano en el Islam, por R. H. Shamsuddin Elía, en www.webislam.com. Número 176, 18 de Junio de 2002.

[39] Ver 'Ketman', en Jean Chevalier, El sufismo y la tradición islámica, Glosario. p, 285.

[40] Ibn 'Arabi sólo lo 'transgrede' en la estrofa 15 de su poema X "El don de la develación",  pero en cuanto el amado, por medio de la develación, salva dicha distinción con una visión unificada.

[41] Pablo Beneito, La Taberna de las luces. Poema IV. p, 9.

[42] Pablo Beneito, La Taberna de las luces. Poema XXVII "El tiempo ilimitado" y XXVIII "Mi Señor, el tiempo eterno". Pp. 38 - 39.

[43] Idem. Poema VI, "La certeza":  "Aceite y lámpara/ si bien se aprecia/ son en sí la evidencia/ de la certeza". P. 12.

[44] Idem. Poema XI, P. 19.

[45] Idem. Poema X, Pp. 17 y 18.

[46] Idem. Poema XIX, P. 28.

[47] Idem. Poema XXX. P. 42.

[48] Pablo Beneito, "La doctrina del amor en Ibn 'Arabi". P. 69.

[49] Ibn 'Arabi, Risalat al-Anwar. Traducción de Abderraman Mohamed Manan. En www.webislam.com p, 3. (tamaño carta)

[50] En este sentido, ver Pablo Beneito, La Taberna de las luces. V "Versos aislados". Número 1. "Los signos de tu existencia/ no por tu contemplación/ a ti se han de mostrar,/ sino en tu aniquilación". p, 10.

[51] "Aumenta en belleza y bondad tu espiritualidad buscadora de Allah y mejora tu sentido individual que no deja de exigir su parte". Ibn 'Arabi, Tratado de las luces. p, 2

[52] Ver, Pablo Beneito, La Taberna de las luces. Ibid. V "Versos aislados", número 6. "Al separar dolores y deleites/ la Esencia de divina Realidad/ el ayuno distingue de mi esencia"

[53] Idem. Poema IV "Pleamar". p, 9.

[54] Frithjof Schuon, Op, cit. Cap VII "Cristianismo e Islam" Pp. 88 – 103,

[55] Op. Cit, Pp. 90 –91.

[56] Idem, Ibid.

[57] Mahoma como una piedra preciosa entre las piedras; y la Virgen como bendita entre todas las mujeres. Ver, Idem, Pp 98 –100.


 

Anexo

 

Muhyiddin Ibn' Arabí de Murcia.

(1165 –1240) Poemas,

 

En: Pablo Beneito, La Taberna de las Luces: Antología de la poesía sufí de al-Andalus y el Magreb (del siglo XII al siglo XX)", Murcia: 2004. Editora regional, Colección Ibn ' Arabi. Pp. 6 – 45. Reproducido sólo con fines académicos.

 

 

III

 

Llegado a Su Presencia

 

 

1.                   Quienquiera que aspirase

a unirse con Mi ser

a lo imposible aspira.

 

2.                   Con ardiente deseo

de verlo atravesé

los páramos desiertos.

 

3.                   Llegado a Su Presencia

tan sólo a mí me hallé,

quedando más confuso.

 

4.                   -Señor mío, clamé

-Heme aquí, siervo Mío,

al punto respondió.

 

5.                   Le dije: No he hallado

sino perplejidad;

vagando, errante sigo.

 

 

IV

 

Pleamar

 

 

1.                   Cuando el secreto se mostró en mi entraña

se extinguió mi existencia

mi estrella se ocultó;

 

2.                   por el misterio del Señor mudóse

el corazón;

                     del cuerpo todo rastro

de sentido perdí, quedando ausente;

 

3.                   y vine desde Él, por Él y a Él,

a bordo de la nave

de mi resolución,

 

4.                   en cuyo mástil desplegué las velas

de interna reflexión,

en alta mar de mi saber velado;

 

5.                   y al soplo de los vientos de mi anhelo;

como una flecha el mar atravesó

 

6.                   y el mar de la proximidad crucé,

hasta que vi de modo manifiesto

a Quien aquí no nombro.

 

7.                   Clamé entonces diciendo:

¡Ay Tú, a quien mi corazón contempla!

¡Haz que en las suertes saque

una flecha que gane Vuestro amor!

 

8.                   ¡Tú eres mi solaz y mi festejo,

mi meta en la pasión y mi triunfo!


V

 

Versos Aislados (Mafarid)

 

 


1.

 

Los signos de tu existencia,

no por tu contemplación

a ti se te han de mostrar

sino en tu aniquilación.

 

 

3.

 

Convierte las diversas entidades

en una única entidad y esencia:

El verdadero Ser de lo Real

reside en esta negación del número.


 

 


5.

 

Con el alma mía

yo me desposé,

y era mi marido

siendo mi mujer.

 

 

7.

 

Si por el ser no fuera

de Aliento incomparable,

mostrado no se hubiera

al mundo asemejable.

 

 

8.

 

¡Por la verdad de la pasión proclamo

que el deseo es la causa del deseo!

Si el corazón no lo llevara dentro,

no sería el deseo así adorado.


 

 

VI

 

La Certeza

 

 

Aceite y lámpara

si bien se aprecia

son en sí la evidencia

de la certeza.

 

 

VII

 

El Pudor

 

 

1.                   Pues de Su puerta es el pudor la llave,

mi conciencia profunda, mi secreto,

revela de su acceso la abertura.

 

2.                   Si abrirla logras y el umbral alcanzas,

ves una luz que brilla iluminando

un rostro hermoso en resplandor bañado.

 

3.                   Si en la nocturna oscuridad tus ojos

lo observaran,  dirían por su forma

que es un amanecer y es una lámpara.

 

 

IX

 

Si a la Luna…

 

 

1.                   Si a la luna,  en cualquiera de sus fases,

la desaparición

en todos los sentidos corresponde,

la permanencia de la irradiación

le corresponde al sol.

 

2.                   El rostro hermoso en todo su esplendor

su encuentro y afabilidad nos brinda:

 

3.                   Su encanto resguardamos de los ojos

como protege al árbol la corteza.

 

4.                   Hicimos descender

el cielo a la existencia;

y en él a la Nube primordial y el Trono

que todo lo acompasa.

 

5.                   A Él adelantarse a recibirnos

o retirarse toca;

la propiedad del resplandor es Suya

y es Suyo el atributo de la altura.

 

6.                   Cuando baja y se acerca,

holgada es la reunión de Su presencia;

si acaso nos eleva,

la alabanza a nosotros corresponde.

 

7.                   Él puede disponer

según Su voluntad en mi existencia;

Él hace lo que quiere libremente.

 

 

X

 

El Don de la Develación

 

1.                   La dádiva divina

consiste en descubrir el mismo velo

con cuyo encubrimiento

la esencia de los dones se ha cifrado.

 

2.                   Tan alta y exaltada atribución

no implica en modo alguno innovaciones.

 

3.                   No es cuanto refiero en mi discurso

sino lo que en efecto me acontece;

ni son mis atributos

distintos de mis marcas y señales.

 

4.                   Si Tú llevarme quieres

sacándome de mí,

tal ha de ser la fuente de mi trance.

 

5.                   En mi propia morada

reside la impotencia;

se cifra en mi andadura mi regreso.

 

6.                   La alabanza es de Dios que, sin cesar,

mi propia persistencia así dilata,

 

7.                   aun siendo Singular,

el Único en Su Esencia y Sus palabras.

 

8.                   A Él es mi retorno

tras la separación y tras la ausencia.

 

9.                   Quien mi ser atribuye sólo a Él,

tal es mi confidente

y aquel que más merece mi amistad;

 

10.                quien a nosotros atribuye el ser,

tal es, por el contrario, quien merece

mayor enemistad.

 

11.                Si quieres da la vuelta a lo que digo:

La vida entera, toda está en mi muerte.

 

12.                Es éste mi deseo y mi palabra;

en ello está mi afán y está mi vida.

13.                Quienes son mis amigos

mi muerte quieren sólo.

 

14.                puesto que sólo en ella

tendrá lugar la unión con mi Señor

y aquello que deparan Sus promesas.

 

15.                ¡Sí! ¡Él es el Amante

en secreto y en público,

el Amigo sincero y la extinción!

 

 

XI

 

La Visión

 

 

1.                   Aquel que todo lo ve es quien te ve

en ciencia y entidad cuando Le ves.

 

2.                   Sé, pues, por Él, y no por lo engendrado,

y a nadie más que a El en Él contemples;

 

3.                   ya que, según declara en Su respuesta,

por nosotros nos ve, por Él Le vemos.

 

 

XII

 

El Discurso Divino

 

                                   No conoce el discurso de la Verdad

                                   sino quien lo escucha por medio de la Verdad…

 

1.                   Pues Su discurso nuestra escucha excede

y no tiene en nosotros impresión,

no basta la audición para captarlo;

 

2.                   así que lo escuchamos y en signos desciframos,

en orden tal que interrupción no cabe.

 

 

XIII

 

Cualquier Precepto Acogen a Disgusto

 

 

1.                   ¿Cuál entre los mandatos revelados

que son obligación, obedecer

las almas todas con ardor ansían?

 

2.                   Cualquier precepto acogen a disgusto

con excepción de aquel que ordena:

¡Ven, novia mía! ¡Entra en Mi Jardín!

 

 

XV

 

Todas las Creencias

 

 

1.                   Las creencias más diversas

tienen de Dios las personas,

 

2.                   mas yo las profeso todas:

creo en todas las creencias.

 

 

XVI

 

Del Amor Procedemos

 

 

1.                   Del amor procedemos,

con él fuimos creados;

 

2.                   así al amor tendemos

y estamos consagrados.

 

 

XVII

 

La Constancia en el Amor

 

 

1.                   ¿Acaso no consiste el fiel amor

en mantener constancia y persistir

incluso en el estado en que con ímpetu

la desunión lo agita y lo sacude?

 

2.                   Cuando en la faz se muestren las señales,

reúnenos con Él una morada

 

3.                   en el lecho de un río solitario

y una tierra que adornan y engalanan

con resplandor las flores y las plantas.

 

4.                   Si sobre el Escabel los contemplaras,

sus flores son los hijos y las hijas.

 

5.                   Diurna claridad que les ampara

ante el temor les da seguridad.

Tan sólo la tiniebla de la noche

los sume en el temor a su llegada.

 

XVIII

 

El Amor Original y la Génesis del Cosmos

 

 

1.                   Sin este amor original primero

no se conocería la constancia

de amor, y de no ser por la indigencia

al Generoso no se adoraría.

 

2.                   Somos por Él y a Él pertenecemos

De mi constancia es Él el fundamento.

 

3.                   Si quiere Dios que una entidad exista

por ella misma habiéndola querido,

de su no ser la resistencia cede.

 

4.                   Nos dijo "¡Sé!" y fuimos sin tardanza,

que es tal disposición a la existencia

de todo lo engendrado el atributo.

 

5.                   La esencia del amor original

es pues aquello mismo que genera,

cuyo ser la constancia del amor

externamente muestra y determina.

 

XIX

 

La Unidad del Amor: una Única Esencia.

 

 

1.                   Tal es la situación si bien lo entiendes:

Si eres en Él, entonces eres tú.

 

2.                   En verdad eres tálamo nupcial

en donde se revela el Verdadero,

pero tú no eres tú cuando tú eres.

 

3.                   A Quien tanto querías conquistaste

y así, pues conociste al que adorabas

 

4.                   ya sabes que no es Líala, ni tampoco

es Lubna sino Aquel que tú bien sabes.

 

5.                   Si vieras en Su amor, desde ti mismo

podrías contemplarlo siendo tú.

 

6.                   Pues sólo a sí mismo el amante ama,

ya que todo eres Tú, todo eres Tú.

 

XX

 

El Arca en las Aguas del Trono

 

1.                   Contempla el Trono sobre cuyas aguas

va un Arca navegando con sus Nombres.

 

2.                   ¡Qué prodigio de nave circular

(que circunda y al par circunnavega)

-cuya bodega el cargamento guarda

de la creación a ella confiado-,

 

3.                   de lo invisible, en las oscuras brumas,

océano surcando sin orillas!

 

4.                   Las olas de este mar son los estados

del los que están de amor por Él perdidos

y el soplo de Su viento son los hálitos

de nuevas que revela al allegado.

 

5.                   ¡Si alcanzaras a ver cómo transita

secretamente por toda la creación

del alif a la ya' de la escritura;

 

6.                   y cómo en este viaje de retorno

al puerto vuelve siempre de su origen,

ya que final no tienen sus principios!

 

7.                   A su noche sucede la mañana

y su día se extingue con la tarde.

 

8.                   ¡Contempla cómo la Sabiduría

se difunde en el centro de la Nave

y por todas sus partes se propaga!

 

9.                   Quien llega a valorar esta labor

y de verdad su cometido ama,

sentado permanece en este mundo

junto al timón del eje que la orienta,

 

10.                y así en su propio ser contempla el Arca

y ve en su formación la Obra de Dios.

 

XXI

 

La Presencia de la Compasión

 

 

1.                   Con el fin de alcanzar esas divinas

presencias de Belleza y Majestad,

tanto mi marcha como mi parada

se orientan hacia el Todo Compasivo.

 

2.                   Ha sido el Verdadero muy benévolo:

Fue con nosotros misericordioso

el día en que me dijo ¡aquí desciende!

 

 

XXII

 

La Gracia que Todo lo Comprende

 

 

1.                   ¡Sí! La gracia de Dios es infinita,

más todo cuanto abarca es limitado.

 

2.                   A quien la vía que a la gracia lleva

haya perdido, se le hará volver.

 

3.                   Sin más distancia ya, la cercanía

consiste en este aproximarse mutuo.

 

4.                   No digas pues que tiene fin alguno,

pues límite no tiene en la existencia.

 

5.                   Mira que de Él por ella te distingues:

Señor es el Señor y el siervo, siervo.

 

 

XXIII

 

Cuando se Muestre mi Amado

 

 

1.                   Cuando se muestre mi Amado,

¿con qué ojo Le veré?

 

2.                   Con Su ojo, no mi ojo,

pues no Le ve sino Él.

 

 

XXIV

 

El Nombre de Dios 'El Hermoso'

 

 

1.                   El Hermoso es Aquel que tiene en Sí

realización perfecta por natura;

Aquel cuyo valor

conocen bien todos los seres engendrados;

 

2.                   y cuando aquel Le ve

–a quien de entre nosotros

con Su amor agració-,

ve el ser de tal manera

que en él se muestra Su sabiduría.

 

 

XXV

 

Con un Secreto he sido distinguido

 

 

1.                   Con un secreto he sido distinguido

que no conoce nadie más que yo

y aquel a quien seguimos

de la Ley revelada en cumplimiento:

 

2.                   me refiero al Profeta,

el Apóstol de Dios,

Su mejor Caballero, a quien seguimos

en todo lo prescrito.

 

 

XXVI

 

Al Escuchar El Libro

 

 

1.                   No está la religión en el adufe,

el son del caramillo, ni la música;

está la religión en el Corán,

está en la cortesía y la conducta.

 

2.                   Al escuchar el Libro

de Dios, aquella escucha me movió

y me acercó a los velos;

 

3.                   a tal proximidad

que pude contemplar a Quien no ven

los ojos,  sino aquellos que contemplan

las luces en los libros revelados.

 

4.                   Él es quien, en mi espíritu,

ha hecho descender el Alcorán.

sin fatiga ni esfuerzo, el quinto día.

 

5.                   Si por aquel cuidado

de mi señor no fuera,

cuando a mi entraña así se los transmite,

de cerca, más de cerca me hablaría.

 

6.                   Tu eres el Guía que, sobre el culpable,

el velo tiende de su intercesión,

Tú en los ídolos eres el secreto,

 

7.                   y si por Ti no fuera, los idólatras

ni al árbol ni a la estrella adorarían,

ni harían cuantas buenas obras hacen.

 

 

XXIX

 

No Cesa Su Creación de Renovarse

 

 

1.                   Han sido así las cosas ordenadas

y así su autoridad manifestaron

las eras y los evos.

 

2.                                                Cada cosa

que ordena se distingue

por un nombre especial que debe entonces

aparecer en la generación.

 

3.                   Las cosas todas hacia Dios, tras esto,

retornan en su viaje.

 

4.                   El cuerpo, todo cuerpo, tiene sombra;

todo espíritu, luz.

 

5.                   Cuando en su misma esencia

su sombra se repliega,

se oculta del estado de existencia.

 

6.                   Dios no aniquila nunca la entidad

de cosa alguna que haya originado,

mas ésta, sin su par, queda inactiva.

 

7.                   No cesa Su creación de renovarse

a cada instante alzándose de nuevo.

 

8.                   Sin no se diera en él la unión de opuestos;

el cosmos no se haría manifiesto,

 

9.                   no mostrarían propiedad alguna

sus nombres, ni serían desplegadas

sus entidades múltiples.

 

10.                De él aparecen astros elevándose,

mientras a él descienden otros astros,

 

11.                cual si todos buscaran la abundancia

y no ha de desviarse quien la busca.

 

12.                El mundo entero, día y noche, gira,

en torno a quien he dicho.

 

 

XXX

 

La Alusión

 

 

1.                   Conocer la alusión

es tanto un acercarse

como un distanciamiento;

y el movimiento que genera en ti

es este viaje diurno de retorno,

la incesante andadura de la noche.

 

2.                   Búscalo bien, pues Dios

lo ha transformado para así ocultarlo

de aquel en quien mentira y extravío

al par se manifiestan.

 

3.                   Es esto una llamada de atención

sobre la inmunidad

de aquel a quien Dios dijo:

"¡Sé pues!",  e incorporóse a la existencia

como ser engendrado,

de lo cual son los hombres de la Vía

verídicos testigos.

 

 

XXXI

 

La Religión del Amor

 

 

1.                   ¡Qué asombroso es el prodigio

de una gacela velada

que señala un azufaito

y hace señas con sus ojos,

 

2.                   y cuyos pastos se encuentran

entre costillas y entrañas!

¡Qué maravilla un jardín

en medio de tanto fuego!

 

3.                   Capaz de acoger a cualquiera

de entre las diversas formas

mi corazón se ha tornado:

Es prado para gacelas

y convento para el monje,

 

4.                   para los ídolos templo,

Kaaba para el peregrino;

es las Tablas de la Tora

y es el libro del Corán.

 

5.                   La religión del amor

sigo adonde se encamine

su caravana, que amor

es mi doctrina y mi fe.

 

 

XXXII

 

La Llamada y la Respuesta

 

 

1.                   Sé complaciente cuando Dios te llama;

escucha Su llamado y obedece.

 

2.                   ¡Ay amigo de Dios!

¡El secreto preserva y no divulgues

aquello con lo cual te ha distinguido!

 

3.                   Y cuando a ti te llame

por algo que concierna a otra persona,

atiende a lo que pide y bien responde.

4.                   No seas como aquel que llega a Él

cegado de codicia y cuando logra

tener un beneficio lo malgasta.

 

5.                   Aquel que toda cosa echa a perder

a un encuentro temible ha de llegar.

 

 

XXXIII

 

El Pacto

 

 

1.                   Vamos,  brisa sutil, soplo

del viento,  ve y haz saber

a las gacelas del Alto

que yo sigo manteniendo

el pacto que bien conocen,

 

2.                   Y di a la noble doncella

que nuestra cita será

en el recinto velado,

al amanecer el sábado,

en las colinas de Nagd.

 

3.                   sobre el rojo promontorio,

del lado de los montículos,

a diestra de los riachuelos

y del mojón solitario.

 

4.                   Y si es verdad lo que dice

y el incesante deseo

siente por mí lo que yo siento

 

5.                   por ella, transmite entonces

que al calor del mediodía,

bajo su tienda,  en secreto

al encuentro acudiremos

cumpliendo con la promesa.


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