noviembre 19, 2005

Mahmud Darwish - La patria y el poema. Antología y artículo crítico.

Antología de la antología “Desde Palestina” [1]

Primera Etapa

De “Amante de Palestina[2] (1966)

Buenos Deseos

No me digas: ¡Ojalá fuese vendedor de pan en Argelia

para cantar por un rebelde!;

no me digas; ¡Ojalá fuese pastor en el Yemen

para cantar las rebeldías de la época!;

no me digas; ¡Ojalá fuese mozo de café en La Habana

para cantar las victorias de los miserables!;

no me digas; ¡Ojalá fuese, en Ammán, vendedor ambulante

para cantar a las piedras!

¡Ay, amigo!

Nuestra tierra no es estéril;

a cada tierra le corresponde un día en que nacer;

a cada amanecer, cita con un rebelde.

Segunda Etapa.

De “Fin de la Noche” (1967)

La Cárcel

He cambiado de dirección

y horario de comidas

y van cambiando mi cantidad de tabaco,

lo que tengo en los bolsillos, mi cara, mi semblante.

¡Hasta la luna, aquí, se ha vuelto amable!

Es, ahora, más hermosa y grande.

El olor de la tierra: perfume.

El sabor de la naturaleza: como azúcar.

Es como si estuviese en la terraza de mi casa

y una estrella recién aparecida

se hubiese quedado quieta en mis ojos.


De “Los pájaros mueren en Galilea” (1969)

La antigua herida.

(Fragmentos)

[…]

Cuando estalle el viento bajo mi piel

y deje el sol de cocer el sueño,

cuando dé a todas las cosas su nombre,

con el canto me compraré una llave y una nueva ventana.

[…]

Nos han enseñado a proteger el amor con el odio

y a vestir el rocío de las rosas con polvo.

[…]

nos enseñaron a cantar y ocultar nuestro amor salvaje

para que el canto de amor no se vuelva monótono

¡Ah, cuando estalle el viento bajo mi piel

pondré nombres a las cosas

y con mi cadena golpearé, llamando a la tristeza de la noche,

viejas ventanas mías!

Un soldado que sueña con lirios blancos.
(Fragmentos)

[…]

Le pregunté: ¿Y la tierra?

Me dijo: “No la conozco

ni siento que sea mi carne y mis latidos

como dicen los poemas”.

Pasó de pronto ella,

le pregunté: “¿La quieres?”

Contestó: “El amor es para mí breve paseo,

vasto de vino o aventura”.

—“Morirías por ella?

—¡No!

Y todo lo que me liga a la tierra

es un artículo incendiario, una conferencia.

[…]

Me dijo adiós porque buscaba lirios blancos,

un pájaro que reciba al alba en la rama de un olivo;

porque no comprendía las cosas

más que como las vivía, las sentía.

Pensaba, me dijo, que la patria

“es que yo beba el café de mi madre

y que regrese sano y salvo por las noches”.


De “Se despierta mi amada”, (1970)

Un cuadro en la pared

(Framentos)

[…]

transcurre una noche y de nuestro mundo sólo tomamos

la forma de la muerte… en plena tarde.

[…]

Tus ojos son de otra época; mi cuerpo de otra historia.

En nuestros sueños soñamos con jazmines;

cuando el mundo nos dispersó hace años,

[…]

...Y decimos ahora muchas cosas

sobre el trigo que se pudre en la tierra pequeña

mientras que en la pared llora Hiroshima,

un puñal reluciente como la verdad y de nuestro mundo

sólo tomamos

el color de la muerte… en plena tarde.

En el ardor del primer beso

la tristeza desaparece y se pone a cantar la muerte,

¿Me ves? No estoy triste, canto,

pues ¿qué cuerpo no se transforma ahora en voz

y qué tristeza

no conduce la tierra entera al pecho del cantor?

[…]

Mil ríos están discurriendo y en los cafés

los poderosos juegan a los dados

la carne de los mártires

se pudre en el barro o sirve para divertir a los poetas.

Yo, mujer, bebo de tu silencio, de noche, la leche del orgullo.

[...]

La celda no tiene muros

Como de costumbre, mi celda me ha salvado

de la muerte,

de la herrumbre del pensamiento y de la estafa

de las ideas agotadas.

En su techo he hallado el rostro de la libertad

y en el naranjal

y los nombres de quienes ayer perdieron sus nombres

en el campo de batalla.

Voy a confesar ahora; confesar es hermoso,

no te pongas triste los domingos por la tarde

y di a la gente del pueblo:

“Aplazamos la boda para principios del año que viene.”

Se escapan los pájaros de mi mano,

se aleja de mí la estrella y con ella el jazmín;

cada vez son menos quienes bailan,

tu voz se agosta prematuramente,

pero mi celda,

cómo de costumbre.

Me ha librado de la muerte;

mi celda,

he hallado el rostro de mi libertad en su techo,

y ha resplandecido entonces tu frente en el muro.


Y cae el telón

(Fragmentos)

Cuando cesan los aplausos en la sala

y trepa la sombra

hasta mi pecho

cae el maquillaje de la cara de Galilea.

Por eso presento mi dimisión.

Esta noche, me veo

Desnudo

como la matanza.

Mi actuación estaba muy lejos de los mawwa [3] de mi padre,

lejos de los pájaros de Galilea

y mi brazo no era más que un abanico.

Por eso presento mi dimisión.

Me enseñaron todo lo que quería el director,

me enseñaron a bailar al ritmo de sus mentiras,

pero ahora ya estoy harto:

he colgado mis mitos en una cuerda de tender la ropa.

Por eso presento mi dimisión.

Anuncio en nombre vuestro que la obra

fue escrita para divertir,

los críticos la apreciaron, pero los ojos de la Virgen

habían grabado en mi cuerpo la forma de Galilea.

Por eso presento mi dimisión.

Sangre mía:

sus pinceles pintan paisajes de Lid*

Jaffa* [4] no es más que un cuero de tambores

y mis huesos una batuta en manos del director.

Pero digo que mañana asumiré mi papel, señor.

Y por eso presento mi dimisión.

Señoras, señoritas, caballeros:

les he entretenido durante veinte años

ya es hora de que me vaya

y de que escape a esa multitud:

ya es hora de ir a cantar en Galilea

para los pájaros que moran en el nido de lo imposible.

Por eso presento mi dimisión,

presento mi dimisión,

presento mi dimisión.

Tercera etapa

De “Amarte o no amarte”, (1972)

Volveré a la sombra de tus ojos.

(Fragmentos)

[…]

Volveré a la sombra de tus ojos, volveré

[…]

Eres mi casa y mi exilio;

eres mi tierra que me ha aniquilado,

mi tierra que me ha convertido en un cielo.

Tú, todo lo que se ha dicho de ti es improvisación y mentira.

No eres morena

no eres gacela,

no eres rocío ni vino,

[…] eres

el lenguaje de la sangre cuando las calles

se transforman en bosques

y los ojos en vidrio

[…]

¿Qué hace que las palabras se desnuden?

¿Qué hace que el viento se vuelva como espinas

y el carbón de las noches como espejo?

¿Qué me priva de mi piel y ahueca mis huesos?

[…]

¿Qué salvo la tristeza de quien encadenan, cuando ve

a su hermana, a su madre, a su amada

convertidas en juguetes en manos de soldados

y de los encargados de discursear?

Muerde entonces, las cadenas y va

Hacia la muerte… va hacia la sombra de tus ojos… ¡va!

[…] perdóname toda esta humillación, perdóname

mi adhesión a un margen incendiado

y perdóname el parentesco

que me ha ligado a una tormenta en tazas de papel.

Hazme mártir de la defensa

de la hierba, el amor y la ironía

del polvo de las calles o de los árboles

[…]

haz que ame la cruz que no amamos

[…]

Pero estaban mintiendo, nuestra herida era sólo

tribuna para quien vendió

nuestras guerras y nuestras espadas para comprarse una tribuna

apoltronada que le llevara a la gloria.

Volveré a la sombra de tus ojos, volveré

del polvo de las mentiras… volveré

de las cortezas de los mitos… volveré.

[…]

Estoy perdido en ti, entre elegías y epopeyas,

entre el sol y la sangre violada,

he llegado hasta tus ojos cuando se han detenido mi sombra

y las canciones son nostalgia para quien las entona.

Diario de una herida palestina.

1

No necesitamos el recuerdo

porque en nosotros está el monte Carmelo

y en nuestros párpados está la hierba de Galilea.

No digas: ¡Ah, si corriésemos hacia mi país como el río!

¡No lo digas!

Porque estamos en la carne de nuestro país

y él está en nosotros.

2

Antes de junio [5] no éramos como las crías de la paloma

por eso nuestro amor no se ha agostado en las cadenas.

¡Hermana! Desde hace veinte años

no escribimos poesía, sino que combatimos.

6

No se han oxidado las palabras de amor, pero el amado

es ahora prisionero de guerra […]

14

Oh, orgullosa herida mía.

Mi patria no es una maleta

ni yo soy un viajero;

soy el amante y la tierra es mi amada.

16

[…]


Guarda tu lágrima para la fiesta, sólo lloramos de alegría

y llamaremos a la muerte en el terreno: esponsales y vida

17

He crecido con la herida y no he preguntado a mi madre

por qué, de noche, es sólo una tienda

No he perdido mi fuente, mi dirección ni mi nombre.

Por eso he visto en sus jirones

millones de estrellas.

20

[…]

Si el crucificado no hubiese crecido con el trono de su cruz

habría seguido siendo un niño con una herida extraviada:

un cobarde.


De “Asedio para los elogios del mar” (1983)

...Y cargarás con el peso de la mariposa.

(Fragmentos)

Dirás: no. Y desgarrarás a los vocablos y el lento río. Insultarás al mal tiempo y desaparecerás en la sombra. No al teatro del lenguaje. No a los límites de este sueño. Y no a lo imposible.

[…]

Preguntará una estudiante para qué sirve un poema. Un poema extrae unas flores y pólvora de dos palabras… mientras se aplasta a los obreros bajo las flores y la pólvora de dos guerras. ¿Para qué sirve un poema en la tarde y entre las sombras? Dirás algo y te equivocarás. Dirás: “se acercarán las palmeras a mis previsiones” y serán las palmeras las que te traicionen.


De “Es una canción”, (1986)

Último encuentro en Roma.

(Fragmentos)

[…]

Me cuesta contemplar la cara de mi amor

y no llenar el horizonte redondo

de miel...

[…]

Me cuesta oír la voz de mi amor

y que no se me convierta el corazón

en un caballo de esperanza…

¡Amor mío! Me cuesta contemplar la muerte de mi amor

y no tirar la tierra entera

al cesto de papeles.


De “Menos rosas”, (1989)

Cuatro direcciones personales.

Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del patio. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma. La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo. La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta? Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz. Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí. Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando se abre la puerta del día a sus gallinas. Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas. He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros. Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea. Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta. Puerta es la puerta. La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...

Mahmud Darwish: La patria sobre el poema

Darwish escribe mucho y trabaja mucho, esto porque constantemente piensa sobre su escritura buscando un fundamento cada vez más sólido y esencial. Hay un afán por alcanzar lo verdadero en la expresión, mediante una palabra que habla desde valores humanos (individuales y colectivos: morales) y que cada vez tiende en mayor proporción a otros suprahumanos (religiosidad, distancia metafísica a la realidad).

En sus primeros libros lo fuerte es el compromiso con la situación política de su país, pero las posibilidades poéticas de la poesía política en materia de libertad son escasas: exigen una temática específica, la denuncia del enemigo; abusa de la apelación al lector con un discurso ideológico muy fuerte; presupone el cumplimiento de un objetivo: sensibilizar acerca de acontecimientos. Darwish se da cuenta poco a poco de la ubicación de su palabra en una celda; cárcel que agrada y mitifica, que se constituye en tribuna y altar [6].

Los riesgos que el poeta percibe primero y denuncia: la instrumentalización de su palabra por parte de una ideología, y también la instrumentalización de los mártires por parte del poeta.

Hay entonces un doble dilema moral, a) continuar volviéndose un mito para uso del partido comunista y la ideología de izquierda (recordemos a Neruda) sin considerar su posición real frente al conflicto y frente a los rebeldes -que mueren de verdad, y son humanos antes que partidarios de una causa [7], y paralelamente b) continuar con aquella pauta frente a la reflexión de la experiencia que no le permite profundizar acerca de las mismas causas que producen dichos conflictos: desconocimiento del sí mismo, del mundo (valor de los significados) y del otro, mezquindad, superficialidad, etc.

En su segunda etapa, predominarán: a) una búsqueda de un significado más profundo y amplio de lo propio y verdadero (qué es la tierra, como es mi amor); b) profundidad en la experiencia, al pensar la diferencia entre su imagen del otro y el otro (como se aprecia en “Un soldado…”).

La identidad es leída desde la tierra, desde la madre y la amada. Palestina es interiorizada en Galilea (tierra de Jesús, y la Virgen maría: símbolos del amor desde la religiosidad), al mismo tiempo que la rebeldía es cambiada por una actitud más pacífica y reflexiva.

Abrir el poema a voces de otros le permite además de insertarse en la poesía moderna, conocer por ejemplo, que el soldado no idealiza a su tierra, ni a la guerra, ni a su enemigo, ni a la mujer que ama, descubriendo su pura simplicidad [8], testimonio de realidad y humanidad, porque al fin, la patria es que yo beba al café de mi madre/ y regrese sano y salvo por las nochescomo dice el soldado que no buscaba nada más que lirios blancos. Lo mismo ocurre con la percepción de la celda.

La cárcel, que en un primer momento (1967) da a su posición importancia, y es por lo mismo (in)cómoda pero como la propia casa y la rutina, es interiorizada y al mismo tiempo abierta para tomar las dimensiones del mundo y de sí mismo en (La cárcel no tiene muros, 1970), único lugar donde se mostrará la puerta que no tiene puerta (Cuatro direcciones personales, 1, 1989)

Darwish entiende que “La antigua herida”, es ante todo la enseñanza de proteger el amor con un odio que deforma al que ama separándole de lo que ama (por ejemplo, al poeta del real significado de su tierra), transformándole la palabra en cadenas de esclavo (crítica a la poesía política), y reconoce que su poesía ha nacido en esa herida, de ahí su fuerte sentimiento de autocrítica (Un soldado…, Y cae el telón [9]), que luego se volverá culpa (“Volveré a la sombra de tus ojos”, 1973) y pedirá perdón (“Otro año más”1983). El enemigo, se encontrará en los gestores de toda violencia e injusticia, como por ejemplo, la bomba de hiroshima, que como “Un cuadro en la pared” de la celda aparece en la cercanía del poeta.

En una tercera etapa, sigue el curso interior haciéndose cada vez más profundo, limitando a veces con un misticismo profano en el cual la noche oscura (“el carbón de las noches como espejo”, “la sombra de tus ojos” [10]) representaría las condiciones del sinceramiento ya comenzadas en la segunda etapa en “Y cae el telón”, hacia el cauterio de “La antigua herida” en la nueva posición de su poesía amante (“Diario de una herida palestina”). Como Jesús “escribió“ el amor con su sangre en tierra palestina, el poeta desea escribir poesía, y que en su palabra se consume el epitalamio del poeta y su tierra: “soy el amante y la tierra es mi amada”; “hacia la muerte… va hacia la sombra de tus ojos… ¡va!”.

Pero el lenguaje se vuelve contra una poesía que cada vez desea ir más allá en busca de lo real y lo verdadero, como en “…Y cargarás con el peso de la mariposa”. El lenguaje es una trampa o un teatro, donde “Dirás algo y te equivocarás”; el poeta duda, no ha resuelto nada, se halla en un lugar incierto: La herida ha cauterizado pero no se ha extraviado porque extraviarla significaría ser un cobarde (“Diario de una herida palestina”, 20)

Pareciera que la palabra de Darwish, al menos en lo que hemos leído en esta antología, termina convertida en una cicatriz, la puerta de su celda: dentro de la celda la herida ha sido cerrada por la valentía de llevar por deseo y sacrificio su palabra al amor (“mi tierra que me ha convertido en un cielo”), pero este amor “le ha llenado la boca de moscas” [11], y le ha conducido a un silencio, y a la agonía de su fundamento alcanzado en la distancia de la amada; “Me cuesta contemplar la muerte de mi amor/ y no tirar la tierra entera/ al cesto de papeles” (“Último encuentro en Roma”). Cruzar la puerta le llevaría al paraíso “del patio”, fuera de Palestina, fuera de la carne: “el lugar donde no hay espacio para nosotros [12]”. Darwish puede acceder a su interior mientras este sea la herida, es decir su exterior, porque la patria no tiene “alma”, y el amor no tiene patria. ¿Qué hacer? El monte carmelo está en Palestina, pero eso no basta, habría que subirlo: la poesía no acaba en el amor.


Notas.



1. Ed. Al-Quibla, Madrid, 1989. Traducción: José Martín Arancibia/Kadhim Jihad

2. También traducido con el título “Enamorado de Palestina”.

3. Cantos populares árabes, difundidos sobre todo en Palestina. (Nota de los traductores).

4. Ciudades palestinas.

5. Derrota árabe ante Israel, 1967

6. Ver poema “La Cárcel”, (1967)

7. Ver poema “Un soldado que sueña con lirios blancos”.

8. Dice del soldado “No comprendía las cosas más que como las vivía, como las sentía.

9. Y todo lo que me liga a la tierra es un artículo incendiario, una conferencia” / Presento mi dimisión.”

10. En “Volveré a la sombra de tus ojos”

11. Ver “Las palabras” en , Salmos – “Bodas”, 1977

12. Atención en estas palabras: “Porque estamos en la carne de nuestro país/ y el está en nosotros” (Diario de una herida palestina, 1)