julio 08, 2006

Carlos Casassus, poemas de su obra "Mi Atlántida".

Antología de “Mi Atlántida”, de Carlos Casassus.



Poseidonis


Poseidonis, la ciudad sagrada,
la ciudad de los techos resplandecientes,
reverbera de plata y de esmeralda
bajo la luz de las tres lunas…

En lo alto de las Pirámides
subliman cálidos inciensos perfumados,
mientras las vestales —cándidas magnolias—,
al ritmo de extraños acordes,
acompañan los coros de las Diosas etíopes…
Poseidonis, la ciudad sagrada,
celebra la fiesta de los Sacerdotes…

Asirios, fenicios, semitas
etíopes, egipcios, babilonios, arios,
mayas y tiahuanquenses,
distantes colonos de Atlántida reina,
celebran la Fiesta de los Sacerdotes,
de blanco, de rojo, de amarillo y negro.

En la fiesta magna de las lunas llenas,
todas las vestales —con túnicas albas—
cantan en su lengua…

Inciensos, perfumes de exótico aroma,
conjugando flores, mirrajes y sándalos,
saturan los Parques y las Avenidas,
bajo las tres lunas…

Hay en los Jardines rumorosas cuitas,
—mujeres morenas y rubios escitas—
mientras las fontanas con los surtidores
celebran la Fiesta de los Sacerdotes…
Todo el mundo atlante
responde a la cita…

Orgía de amores, bajo las tres lunas
tendrán esta noche
los hombres de ámbar, de cobre, de bronce
y los hombres de ébano,
con las amorosas mujeres atlantes
que ahora están de fiesta…



Bazar de los Atlantes


Han llegado a las radas de la Atlántida
los navíos de Oriente,
venían en caravanas marineras
para afianzar la ruta aventurera…

Los Tres Peñones montañosos
fueron avizorados desde el alba,
al pasar el límite del horizonte
buscando el perfil de Atlas…

Los apuestos y exóticos bajeles,
de altas proas cortantes y velas de colores,
han desafiado airosos los violentos tifones,
el acecho porfiado de agresivos piratas
y el más amenazante cerco de tiburones…

De las Islas del Mar Grande
traen especias, dátiles y frutos perfumados
tejidos de seda cruda de las Indias,
de Persia y del Levante,
de Chipre, ricos vinos
y sándalo aromático de Sidón y de Tiro,
mieles, pasas y cántaros de Grecia,
higos y mandarinas de las Islas Gemelas…

Tesoros de oro, joyas y pedrerías,
y marfiles labrados por manos peregrinas,
cofres de laca y malaquita, ricas tapicerías
y porcelanas transparentes de China…

Sagrados elefantes, altivos corceles,
antílopes, camellos y cebras y jirafas,
leones, tigres, leopardos y lebreles,
traen también de Oriente estos bajeles
para los Jardines Imperiales…

Fiesta de las riquezas coloniales
para los hombres rojos,
y para las mujeres de la Atlántida
que lo merecen todo…



Atlas


Atlas, soberano augusto y primigenio
de la remota edad milenaria y perdida,
que proyectaste la estatura de tu genio
elevando a tu pueblo
con la luz esplendente del ingenio
y el supremo prestigio de tu vida…

Atlas, dios humano forjador de humanidad,
tu amor agigantado maduró el pólen fecundo,
y tu anciana verdad
edificó el destino para el mundo…
Tus hijos y los hijos de tus hijos,
no han podido olvidarte,
penetraste hasta el fondo de sus almas
y ellas crearon el Imperio Atlante…

Tu arcilla transitoria ya no medra
por donde discurriera soberana
con tus rojos guerreros gigantones
desde tu heróica Escandinavia,
que, para perpetuarte,
perfilaron tu efigie en dura piedra,
ante el mar, en lo alto de los montes,
en señeros destinos de la Tierra…

Atlas… Atlas… Vocearon los atlantes,
como distancia, empuje y resistencia,
y Atlas fuiste, para los navegantes,
oriente y rumbo de su inteligencia…

Tu alma prócer y heroica va triunfante
por encima del Tiempo y de la Muerte,
y aunque no existe ya el Imperio Atlante,
es pétreo tu destino vigilante
y alzas el mundo persistente y fuerte…




El Cántaro Milenario


Alfarero Atlante
maestro de la arcilla roja
y de la piedra amasable
que conoces el porfiado secreto
del cántaro perdurable,
artífice de la expresión exótica
y del bajo-relieve,
que supiste alentar en los perfiles
de tu plástica breve,
el noble ritmo,
el color sagrado,
la expresión fugaz
de las aves policromas,
que amaron las mujeres
de la Atlántida real…

No imaginaste nunca
maestro silencioso,
artista audaz,
que tu cántaro exótico
salvaría milenios y milenios,
hablando sin hablar
de tu arcilla terrena
y de tu genio,
que es genio de la Atlántida inmortal…

Ya no existen tus ojos peregrinos,
ni tus manos sensibles,
ni tus dedos finos en el modelar,
pero existe el cántaro
que tu modelaste,
donde tú pintaste
un Quetzal…

Quetzal enigmático,
pájaro simbólico de la libertad,
que un artista atlántico
pintó como su alma,
que ahora vuela libre
por el Más Allá…




Los Magos Atlantes


Quebrad toda esperanza…
Conminaron los Magos Soberanos
al Supremo Sacerdote del Gran Templo del Sol,
desde el Espejo Gris
en el fondo de la Pirámide Mayor…

El Gran Consejo del Zodíaco,
después de Trece Días,
en un solo pensamiento,
en una sola mente,
recibió la misma y única resolución:
—Quebrad toda esperanza…

El Soberano Mago, Grande Arquitecto dijo:
—Desde Cáncer,
a través de los Cielos más distantes,
vendrá como una Serpiente de Fuego,
el Rojo Dragón de la destrucción…
Ya no podremos nada.
Ahora consultad a los Astrónomos
aunque nuestro Espíritu se adelanta…
Todos nos hemos desencarnado
y en un solo cuerpo etéreo,
desdoblados en sacrificio,
hemos llegado al Más Allá…
Trece días de angustia hemos padecido
para lograr del TODO su trágica revelación:
—Quebrad toda esperanza…

En el Espejo Gris,
hemos visto, como gracia otorgada,
después de larga súplica humillada
la destrucción de los Trece Dioses…
El hundimiento de nuestra Atlántida
en el Gran Mar de Etiopía…
Acuario —el País de Ofir—
el de las pirámides pequeñas,
del oro y de los diamantes, inundado,
náufrago entre la selva…
Taurus y los paises del Este y del Oeste
arrasados por el fuego, las arenas y el agua,
parte de las orillas del Nilo se salvan…
Tiahuanacu y sus semillas de bronce,
elevados del mar a la montaña más alta
de su montaña.
Doncellas vestales y sus Sacerdotes,
serán sobrevivientes enmudecidos de terror…
El País del Escorpión queda despedazado en las islas
y el Rojo Dragón será su Dios…

Avanzarán los hombres de ámbar
desde la alta meseta del Parir
con los poderes espirituales conquistados…
Los Mayas aterrados ocultarán los Templos,
y el Libro de los Muertos,
perderá sus más profundas páginas…
Los hombres de ébano,
obscurecidos por el sol yodado y la intemperie,
serán humillados hasta la esclavitud doméstica,
forzados como bestias…
Los rojos no tendrán paz en la tierra
porque hablaron de PAZ sin darla nunca,
vagarán como forasteros perseguidos
y al agua se irá toda su fortuna…
Cuando Dios los perdone en las edades
vivirán iluminados por los espejismos,
y no sabrán reconocer la estrella mágica…

Nosotros los Magos atlantes, Soberanos,
no deberíamos abandonar Poseidonis,
la sagrada ciudad de los techos resplandecientes,
del Gran Templo del Sol y de las Pirámides Mayores
herencia y reverencia de Atlas, Trece Mil años,
pero debemos angustiados abandonar Poseidonis…

Lloraron los Soberanos Magos,
impotentes ante la trágica revelación,
y el Gran Consejo del Zodíaco,
con toda la iniciática Orden de los Constructores,
se dispersó a los Doce Puntos Cardinales…




Simbolismo de la Esfinge


Los de Atlántida, de Taurus, de Asiria y de León,
han pactado unidad en el Imperio Atlante,
del Rey de Reyes asentado en Poseidonis,
digno heredero de Atlas y guerrero triunfante
Señor y dueño de la civilización…

Ozimándias ha sido despiadado
con los pueblos soberbios. Sus legiones
son y han sido implacables, arrasantes y crueles,
formadas por chacales y leones
de razas diferentes, sobre ágiles corceles
lanzados a la conquista de la tierra
por el dios de la guerra…

La poderosa Taurus, floreciente en el Nilo,
compró la paz ofreciendo tributos humillantes
y entregando el total de sus fuerzas defensivas
al insigne caudillo de las hordas atlantes…
Así devino el Toro en humilde Buey Apis,
cediendo sus guerreros como esclavos
y volcando sus arcas…

Asiria, bello País del Águila,
próspero y grande, regado por el Eufrates y el Tigres,
—en la región de la Mesopotamia—
quiso también asegurar la paz a cualquier precio,
temeroso de la guerra y de la infamia
del cerco amenazante de Ozimándias…
Eran tan bellos los palacios de sus grandes ciudades
tan refinadas su gente y su cultura,
que para prevenir las mayores crueldades,
salvando el patrimonio de remotas edades,
compró el derecho de vivir en paz
a un precio de locura…
Y todos los tesoros, joyas y pedrerías,
y los piños inmensos de sus ganaderias,
en navíos gigantes,
tomaron rumbo hacia el país de los atlantes…

Y luego León, el cálido país de tierras fértiles,
limítrofes de Taurus por el Este,
dedicados al comercio de cereales
y vinos generosos, higos, pasas, frutales,
rindió tributo y sumisión al Soberano de la Atlántida,
entregando mil barcos imperiales,
con dotación de gentes oceánidas,
de experiencia y coraje frente al mar…

Ozimándias, así de tal manera
fortalecido sin batallas mayores,
visitó los países sometidos,
siempre hablando de paz en sus rigores…

Para fortalecer la tal alianza,
quiso que Taurus levantara un monumento
de inmensas proporciones,
cerca del Nilo, en la esperanza
de que fuera admiración de las Naciones,
desafiando lo eterno…

Alzó la Esfinge, desde entonces,
la testa directriz —que era la Atlántida—
mirando impávida los siglos;
el tronco fornido de un Toro humillado,
las patas y garras de un León agazapado,
y dos alas plegadas…

La Atlántida, Taurus, León y Asiria,
en un solo cuerpo fueron confundidos
símbolo de hallarse férreamente unidos…

La Esfinge, enigmática, piensa en el destino
de un mundo soberbio desaparecido,
implacablemente presa del olvido,
por voluntad sólo del poder divino…




León


León, al occidente de Taurus y de Nubia,
rige una inmensa comarca de vegetal comercio,
que intercambia productos de alimentos diversos
con los paises de constante lluvia,
como aquel que prospera
más allá del Mar Grande de Etiopía,
que unos llaman Ofir por sus ofidios gigantes,
y Acuario, los atlantes…

De las Columnas de Hércules hacia el norte brumoso,
Gadírica fue nominada esta provincia de León,
evocando a Gadir, hermano de Atlas,
que diera nombre al puerto más famoso
de toda esta región…
Sus habitantes, eúscaros son llamados,
Y dominan sin riesgo hasta los Pirineos.
Son fuertes, decididos y gallardos,
locuaces, laboriosos y joviales,
y para culminar en sus deseos
inventan instrumentos musicales…

En el País de León, quiso Ozimándias,
irradiar el esplendor de su grandeza
de Rey de Reyes y dominador,
multiplicando los huertos frutales,
los cultivos fecundos de cereales
que prodigaban con las caravanas
de equinos, cebras dóciles, camellos,
elefantes y mulares,
y las más recias naves,
rumbo a todos los puntos cardinales…

Por la vegetación constante y el amplio regadío
el Sol colaboraba, sin su rigor de fuego,
con una población de muchas razas,
que formaban un pueblo
abigarrado de múltiple gentío,
que alimentaba bien su fortaleza,
ávido de conquistas y riquezas…

Predominaba en León la industria de marfiles
y de piedras preciosas,
manufacturas de maderas y metales,
cueros para arneses y naves generosas,
de vientres amplios y altaneros perfiles,
Desde Ofir traían oro,
maderas olorosas y diamantes,
que en aquellos confines formaban el tesoro
que codiciaban los navíos atlantes…

Las mujeres de León eran tan bellas,
tan esbeltas y finas,
tan sensuales, graciosas y divinas,
que los hombres por ellas,
ambicionaban el poder y la riqueza,
para enjoyarlas como estrellas,
como flores de amor de la naturaleza…

Orillaban los mares adyacentes
puertos y factorías incesantes…
A las aguas del Mar Mediterráneo
se alzaban esplendentes
las prósperas ciudades y los puertos mayores,
políglotas y cosmopolitas, por la febril navegación,
que de Oriente a Occidente, y viceversa,
por Ozimándias dispersan
la significación inmensa
de León…

Por el Mar de Etiopía —así llamado por ancestro—
que bañaba las costas ofirenses y atlantes y leonildes,
surcaban los navíos de anchas velas polícromas,
guiadas por el índice de Atlas o su perfil señero,
esculpidos en tamaño gigantesco
en los rocajes altos del crucero,
que León es un emporio cálido,
laborioso productor de alimentos,
bajo el Sol del Imperio…


Por la Serpiente Alada de Escamas Encendidas
y Plumas de Quetzal,
—que era el Dragón de Fuego—
la Isla Madre se hundió,
y el mar atlante
se volcó sobre el rostro de León,
que era la más hermosa comarca vegetal…

Cien años no bastaron para ponerlo en fuga,
para dejar por siempre, bajo arenas quemantes,
EL VERGEL DEL IMPERIO ZODIACAL…!



Heráldica de los Amautas


Los amautas dicen sin decir con su silencio
que ellos y todos, bajo el Sol,
se van quemando con el tiempo,
que los Tupac-amautas, desde la Atlántida, vinieron,
y se fueron…

Los amautas —los discípulos amados—
aprendieron y enseñaron con amor;
pero ahora nada saben, nada anhelan, nada piden…
Muchas veces en la noche, en los huesos de sus padres,
bajo un cielo de luciérnagas,
lloran kenas, con sollozos sin palabras,
y en las selvas se despiertan
otras voces, que son voces de estampados ideogramas,
ya musgosos y oxidados por el tiempo que murió…

Los amautas solitarios pulverizan sus secretos,
ya cumplieron su misión:
repitieron una a una las más hondas enseñanzas
del misterio, de los hombres, del Gran DIOS,
al más bello de sus hijos,
en la edad del corazón…

Ahora, mudos se perfilan monolíticos y extáticos,
encerrados en el ritmo de su propia pulsación…
Por milenios de milenios los aymaras fueron sabios
y aprendieron y oficiaron los primeros,
los misterios
en el Gran Templo del Sol…

Nada saben, porque un día,
ah, un día ya perdido en la noche del arcano,
desde el cielo de los cielos más lejanos
un castigo mando Dios.
Fruto amargo de su gran Sabiduría,
y hubo fuego desde el fuego de los Cielos,
y un océano en tinieblas, las tinieblas desplegó,
y los hombres y las bestias y las cosas perecieron,
y la Atlántida se hundió…

Los amautas nada saben, nada saben, nada saben,
desde tiempos muy remotos,
sólo uno de sus hijos, el más bello,
en la edad del corazón,
uno a uno los secretos más ignotos
va grabando en el silencio de su voz…

En las altas serranías,
donde el cielo es dulce y claro,
donde pacen las vicuñas de la heráldica anterior,
que formaban los rebaños consagradas
a las Vírgenes del Sol,
los amautas solitarios,
encerrados en el ritmo de su propia pulsación,
con palabras sin palabras,
desde el fondo del misterio de su voz,
bajo un cielo de luciérnagas,
con los huesos de sus padres,
lloran kenas…




Mensaje a los Mayas


Orad con las manos sobre los ojos,
hermano maya, para no ver otra vez la Gran Serpiente,
que vino a destruir los Trece Dioses
desde el Décimo Tercero Cielo.
El ritmo atolondrado de los Nueve Dioses del Bacab…

Ya no existe el Gran Templo del Sol en la Atlántida,
ni los bellos Jardines de los frutos dorados,
ni el alma de las Pirámides Sagradas,
ni los herméticos sacerdotes que amaban al Padre Sol
y a las Constelaciones…

Ya no existen las ancianas civilizaciones,
que eran el legítimo orgullo del rojo País Atlante,
el Libro de los Muertos ha perdido sus páginas,
y el Gran Zodíaco —que era la fisonomía de la Tierra—
está despedazado entre los astros…

La Gran Serpiente Alada,
de encendidas escamas y plumas de Quetzal,
destruyó las semillas
blancas, rojas, negras y amarillas,
y devoró las lunas más pequeñas,
que eran las rubias hijas de la Luna…

Y porque merodea enloquecida más allá de los Cielos,
hermano maya, se están desnudando derruídas las Pirámides,
y vuelven los herméticos sacerdotes desconcertados
a predecir la trayectoria de los nuevos destinos…

Ya no existe el Gran Templo del Sol en la Atlántida
ya no hay sacrificios que aplaquen las iras del DIOS,
hombres amarillos, orad con la voz más sonámbula,
que ya se ha quebrado el silencio,
y la Gran Serpiente, reclama en los Cielos su voz…

Fatídicos signos que otrora dejaron los viejos augúres
rezan la leyenda de las razas nobles desaparecidas,
místicos orfebres salvan la mirada antaño encendida
a los milenarios dioses monolíticos…

Y vuelven los odios que orquestan las voces que llaman
la Gran Serpiente…
Y el ETERNO guarda trágico silencio…
¡Hombres amarillos podemos quedarnos a obscuras!
Orad que no mueran los Dioses del mundo
jamás en el Tiempo…




Invocación


Despertad del Más Allá
¡Oh, Espíritus Guías de la Atlántida
y de su Gran Imperio de los Trece Dioses,
acercaos a este mundo distinto y diferente de ahora,
ya se fue el Dragón de Fuego detrás de las tinieblas
y dejó su tremenda destrucción…

Ya pasó el diluvio
y se escurrieron las aguas obscuras
por encima de las más altas montañas,
de las estepas y de las llanuras…

Ya desaparecieron las grandes ciudades
con techumbres de oro y oricalco,
los pueblos santuarios del Sol y la Luna
y aquellos que un día adoraron a Venus,
los puertos soberbios llenos de navíos,
de proas cortantes y velas polícromas,
los monumentales y señeros rostros de Atlas,
y del Rey de Reyes que fuera Ozimándias,
los Jardines regios que el mundo haya visto
con fuentes de pórfido, oro y alabastro,
el Jardín Sagrado con Naranjas de Oro,
las pirámides Templos consagrados
a los sacrificios del radiante Sol,
las brillantes aulas de Sabiduría
donde nada humano se desconocía
y donde al Dios Grande se reverenciaba
por su Luz activa,
hasta que llegara la riqueza inmensa
con su podredumbre y su corrupción
a torcer el rumbo de todo destino
llevando a los Templos la grosera ofensa
que niega por siempre la gracia de DIOS,
poniendo en peligro el signo del Hombre
con la maldición
de barrer del mundo el Imperio Atlante
con el Fuego Sacro del más alto Cielo,
—la Serpiente Alada, el Dragón de Fuego—
y después, la implacable lluvia torrencial de lodo
de piedras, de lava, ceniza y meteoros,
por días, semanas y meses
años y centurias
la espesa tiniebla cubriendo de sombras la tierra,
sumida en vergüenza de no ver al Sol…

Despertad… Despertad…
Oh, Espíritus Guías de la Atlántida bella,
ahora que sabemos vuestra vida pretérita,
el auge y empuje de vuestras Colonias,
después que Platón reveló vuestra existencia
vuestra magnífica civilización
y besan la luz del Sol las más grandes Pirámides
síntesis de toda vuestra luz hermética…

Ahora ya conocemos el secreto misterio zodiacal,
—aunque la Humanidad lo ubica entre los astros—
sabemos que es el rostro del Imperio Atlante
con sus Doce Colonias
y los Doce Puntos Cardinales…
Pocos todavía nos han revelado
concatenaciones del Chilam-Balam,
las hojas perdidas de Libros Sagrados
de Cáncer, de Taurus, Sagitario y Virgo,
también deducciones y revelaciones
de Sabios del Tibet,
interpretaciones de los ideogramas
hallazgos felices de objetos remotos
que avara y celosa guardara la tierra
en el más oculto fondo
de su entraña…
Y que se salvaron de los cataclismos
del agua y del fuego
en los más secretos perdidos abismos
y escondidos Templos…

También se salvaron
semillas dispersas de todas las razas
que aun conservan huellas de vuestra cultura
en las ruinas mayas y en el Tiahuanacu,
y más que en las cosas y que en la materia
en el supraconsciente de los viejos pueblos
en sus tradiciones, mitos y leyendas
y en la luz radiante dormida y eterna
de la Gran Pirámide,
por encima de los Faraones, de los mayas y del Tiahuanacu,
de los etruscos y de los pelásgos,
de los caldeos y de los babilonios,
de los asirios y de los fenicios,
de los chinos, los de medos y los persas,
de los cartagineses, los griegos y romanos…
Por encima de Atila y de sus hordas,
sobre godos, visigodos, árabes y normandos…
Por encima de España, de Inglaterra y de Francia,
por sobre las guerras de todos los tiempos,
más de algo de vosotros inmortal se levanta,
como una tremenda acusación a los hombres,
a los pueblos y a todas las razas…
Vuestra paz prolonga vuestro espíritu en paz
como la más enorme maldición a la guerra…

Despertad… Despertad…
Oh, Espíritus Guías de Atlántida,
reveladnos ahora el secreto de vuestra feliz convivencia
el Dragón de Fuego nos ha envenenado
y los hombres se odian y odian también la existencia…
Antaño de antaño, vosotros atlantes,
amábas la gloria de todos los astros,
y los Sacerdotes Magos eran Sabios,
y DIOS encendía sus lámparas…

HOY YACE EL CADAVER DE ATLANTIDA,
DEBAJO DE SU PROPIA CABELLERA,
EN EL INSONDABLE MAR DE LOS SARGAZOS…


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