abril 01, 2006

“Tradición, aura, autoridad y autenticidad en el audio digital” Post V.


La “Sub-Cultura Electrónica” (Autoria, autenticidad y aura). Interfase y audio Post-digital.


El fenómeno del audio digital sólo pasa a tomar fuerza en tanto conforma una sub-cultura que se define por su receptividad del desarrollo de los medios tecnológicos. En el ámbito de la producción artística musical será definido por el uso de la tecnología electrónica, en calidad de expresión ligada a la música docta por su nivel complejidad (que supera el de la producción del “mainstream” o industria musical), y a la popular, por los códigos de su carácter interpretativo.

El músico o la agrupación musical que trabaja con el sonido electrónico, desde fines de los 60, diremos, tiene un conocimiento menos intelectualizado de los conceptos musicales creados por la vanguardia de mediados de siglo, aunque utilizará los mismos medios tecnológicos, al mismo tiempo que dará lugar a otros.

En términos de la música electrónica popular, las manifestaciones tensaron los medios expresivos dados por el objeto tecnológico (sintetizadores, generadores de tonos, estudio de grabación) ya no desde el examen científico de sus ventajas frente al fenómeno sonoro, sino desde la superación de los términos predeterminados por fabricación de su uso. En esta conducta, se ve primacía de la influencia por parte de la reflexión estética acerca de todas las manifestaciones sonoras (timbre, resonancia, ruido y silencio) realizadas por la los futuristas y J. Cage.

De esta forma los medios tecnológicos de interpretación van modificando el mensaje tradicional de la música popular, exiliando a la letra y estableciendo su campo casi enteramente en la música llamada “instrumental” utilizando muchas veces la voz como fenómeno puramente sonoro.

La autoría pasa a ser un elemento de difícil asimilación cuando desaparece la manifestación antropomórfica tanto en la producción como en la emisión. En tanto que la tradición, donde ella se mantiene visible, solamente se deja ver en movimientos que realizan la experimentación desde la conjugación entre armonía y manifestaciones sonoras, como por ejemplo, el “Ambient” de comienzos de los 70[1].

Más complejo resulta el panorama considerando el impacto de la música electrónica como música de baile (“dance”); proliferación de estilos, impacto directo en la sociedad a través de la moda, y aparición del primer artista mediático o “interfaz humana”. El papel del Dj, o “disk jockey” pasa de ser el responsable de una emisión adecuada para el local de baile, a un productor de obras musicales, cuya mayor característica es la desaparición del concepto de autenticidad de manos de las características de su obra. Estas son, 1) constituir un collage de grabaciones ajenas, de otros autores y de otras épocas 2) la posición del Dj frente a ella, está en términos similares a la del director tradicional de orquesta, en cuanto no realiza emisión, y mediante el conocimiento de sus instrumentos (reunidos todos en la grabación o fragmento, mediante el llamado “sampler[2]”), organiza la emisión.

Con el sampler, la autoría y la autenticidad de cualquier obra que lo utilice en su producción adquieren un meta-nivel, salvo en la música cuyo mensaje se establece en la abstracción del sonido, donde el antropomorfismo no tiene lugar. Este tipo de música electrónica no es privativo de la tecnología digital, pero es en ella donde ha alcanzado un grado mayor de autoría mediática, a través de la interfaz.

El momento actual de la interfaz como herramienta de producción musical no puede separarse de la masificación de internet. Considerando que la distribución es infinita, específicamente en términos de la “objetualidad” de la obra musical en el byte, la importancia pasa a radicarse en los medios virtuales de producción, como las diferentes aplicaciones computacionales diseñadas para esto.

En su calidad de “programas” o software, las interfases no se escapan de la reproductibilidad, en cuyo fenómeno se instaura el ya poco rentable mercado de la piratería. Y no es rentable precisamente, por la presencia de estos medios virtuales en la matriz de la información digital, internet.

La interfase instaura el proceso de producción en la medida que se ha llamado “tiempo real”, esto es, el arte musical instantáneo, indicando que producción se ha equiparado a recepción en términos de tiempo.
A la vez, la virtualidad ha desplazado la participación humana en la manifestación artística musical al nivel del usuario, que reúne en sus posibilidades al productor y al receptor. Actualmente, quién se acerca más al nivel material de productor, es quien maneja la técnica computacional de programación, es decir, quién tiene la capacidad de crear interfases.

A modo de ejemplo, este fragmento que describe el trabajo del nuevo “artista sonoro”:
“El trabajo de Markus Popp/Oval conecta la musica electrónica con las teorias postestructuralistas expuestas por Deleuze y Guattari en "Mille Plateaux", libro que dio nombre a uno de los sellos de música electrónica mas innovadores y sello del que Oval fue el representante más conocido.
La investigación de Oval tiene como objetivo crear herramientas electrónicas que inspiran directamente el proceso de producir sonidos. Se trata no solo de hacer audible sonidos nuevos sino de evidenciar los procesos de la generación del sonido y las interferencias en los estándares, formatos y métodos digitales.
Al igual que muchos músicos electrónicos, Oval entiende las interfaces como un dominio público que debería permitir al consumidor liberarse de la tiranía del compositor. El concepto de Nueva Autoría Multimedia, creado por Oval, evidencia la sustitución del usuario-receptor por el consumidor-productor.”

El artista sonoro produce interfases, elemento que se constituye de múltiples facultades al representar en sí “virtualmente”, la emisión, la recepción, y cuando se tiene la intención manifiesta, como es el caso de Oval, el mensaje. Esta intención, destruye la concepción de mensaje como discurso o conjunto de discursos, poniendo en su lugar, la del concepto de canal, como posibilidad de encuentro entre emisión y recepción. El mensaje se vuelve virtual, eventual, y depende de una técnica que a la vez sólo es estética virtualmente, es decir, en tanto sus medios busquen forma y contenido.


Conclusiones...

El medio ya no es más el mensaje, sino que, las herramientas específicas en sí misma se han convertido en el mensaje. Los artistas han utilizado Internet para buscar las interfases y la información que necesitan para aprender su uso. La reproductibilidad informática ha desplazado el mercado artístico al mercado tecnológico, en tanto las obras en sí tienen libre distribución[3], y el hardware junto al sistema operativo, rigen su proceso completo (producción, emisión y recepción) en cuanto a compatibilidad y requerimientos.

Por la libre distribución la autoría ya no implica propiedad, ni tampoco puede asegurarse su autenticidad (en términos al nivel ínfimo de que los datos distribuidos tengan la hechura del original). El aura en tanto, solamente representa la distancia entre un sonido de sus orígenes.

Como muchos de los músicos actuales han llegado a la electrónica a través de su implicación en las sub-culturas de los Dj y la música dance, los códigos se transfieren para servir como una estructura familiar sobre la que operar, resultando la emisión un espectáculo pobre, al momento de reunir al artista y su computadora.

Ahora, el aura en su virtual elisión, puede resultar irrelevante verdaderamente para la experiencia estética de las obras, o manifestar la total pérdida de conciencia de esta sobre ella por parte del receptor. La obra ha resaltado su mensaje, haciéndolo cada vez más independiente del contexto histórico, y ubicándolo como un medio artístico

Sin embargo, la preponderancia de la tecnología en la obra musical comienza a modificar la concepción de mensaje en cuanto expresión de valores tradicionales (humanos y religiosos), pasando a ser lugar de tautología mediática, expresión de la fascinación eterna del hombre por todo lo que aumente la exterioridad de sus manifestaciones.



Bibliografía virtual.

- “Las estéticas del error: las tendencias “Post-Digitales” en la Música contemporánea por el computador”

- “Música laptop – el aura falsificadora en la era de la reproductibilidad técnica”

Ambos textos de la autoría de Kim Cascone, artista sonoro.

http://www.ccapitalia.net/reso/articulos/index.htm?frame=http%3A//www.ccapitalia.net/reso/articulos/articulos.htm
Notas

[1] Figuras como Harold Budd, Jon Hassell, Gavin Bryars, Hans-Joachim Roedelius, encabezadas por Brian Eno y los aciertos de su sello “Obscure records”

[2] Tiene la capacidad de transformar las características sonoras de sus grabaciones en todas sus variantes, pasando a constituir un particular instrumento de emisión sonora de fragmentos.

[3] Dada por los programas que permiten compartir archivos entre usuarios de todo el mundo, a través de internet.